El coronel de García Márquez no tenía quien le escribiera y el presidente de Aragón no tiene quien le reciba, siendo de esperar que la soledad de Javier Lambán no llegue a los cien años de la de Aureliano Buendía.

Con Luisa Fernanda Rudi Aragón, al no existir, se convirtió en territorio de ficción, en metaautonomía, pero he aquí que Lambán pretende hacerlo real, visible, incluso, en el resto del país. ¿Cómo? Haciendo política, claro, pero Mariano Rajoy no le recibe y Artur Mas no le devuelve los Bienes.

Rajoy, tan ocupado como está con Aznar, tampoco ha recibido a Arturo Aliaga, líder del PAR, con quien me encuentro y me paro a echar un capazo.

No veía a Aliaga desde la exposición de Fernando el Católico en La Aljafería, bastante mejor que esa serie de TV en la que representaron al gran rey como un tragaldabas con un peluco de vendedor de enciclopedias de los años ochenta.

El Partido Aragonés tiene que decidir si va a ir solo o acompañado por el PP a las elecciones generales, y de ahí que los jefes de ambos partidos deban sentarse de aquí a nada para repartirse el capazo de votos del centro derecha y ver de aposentar en las Cámaras a alguien capaz de defender la tierra por encima de sus siglas.

Para los aragonesistas, esta decisión siempre es difícil, y a menudo traumática. Al no jugar en su terreno, se ven muy condicionados por el PP, pero al mismo tiempo, sin este báculo, o el de otro partido nacional, corren el riesgo de no obtener escaños y quedarse a vérselas venir. PAR y PP han pactado desde los albores de los años ochenta, con resultados muy variados. Marcelino Iglesias rompió esa inercia, atrayendo a José Ángel Biel a una alianza con el PSOE, pero después del marcelinato los nacionalistas (que hoy estarían encantados de volver a ser regionalistas) tornaron grupas y cabalgan a la sombra de Rajoy sin cerrar los ojos al sol del poder ni a esa estrella de Lambán que aún no deslumbra en Zarzuela.

Al otro lado, los nacionalistas de Chunta Aragonesista se debaten igualmente en cómo ir el 20--D, si solos o acompañados. José Luis Soro ha reclamado un frente de izquierdas, pero Podemos no parece estar por la labor y con Izquierda Unida la suma puede que no sume.

Un nacionalista en el Congreso sería necesario. El problema es cómo lanzar ese astronauta aragonés a los cuatro años de soledad de la legislatura.