CIUDAD

La próxima riada

Ana Urcelay Soláns

Zaragoza

Los aforos del Ebro en estos días no superan los 100 metros cúbicos por segundo, lo que quizás esté transmitiendo una falsa sensación de normalidad. Pero no podemos olvidar que lo normal es que en algún momento el Ebro alcance, según datos de la Confederación Hidrográfica, los 2.104 m3/seg. con un periodo de retorno de 2 años y los 2.672 m3/seg. cada 5 años, hablando siempre en términos estadísticos.

Esa es la normalidad, peligrosa por definición. La riada de este año alcanzó en Zaragoza los 2.610 m3/seg., un caudal que se alcanzará de nuevo en algún momento en los próximos cinco años, que podrán ser siete, pero que también podrían ser tres. Esa crecida llegará.

Y lo hará en unas condiciones u otras, con los habitantes de la ribera preparados para afrontarla o no. Y de momento no lo están, porque aparentemente no se ha hecho nada ni se ha tomado ninguna decisión. Al menos no se ha informado de ninguna.

Porque la pregunta que los responsables de la política hidráulica y de la ordenación del territorio han de responder --que para que sea creíble hay que responderla en las zonas afectadas y frente a los vecinos afectados-- es la siguiente: ¿considera aceptable que con una punta de crecida de 2.610 m3/seg. se inunden más de 20.000 hectáreas?

El modelo de otros ríos europeos, donde los surcan barcos de cierto calado, demuestra que en otros países no ponen tantos reparos a las labores de dragado.

Aquí, por el contrario, adoptamos soluciones tan discutibles como la remoción de gravas --no su retirada-- para mantener un canal de navegación en la capital, gastando dinero público