Estas gafas de sol deberían dejar fuera del campo visual las cosas tan estrafalarias que suceden en España. Lo de los taxis, por ejemplo.

El caso es que, tradicionalmente, muchos taxistas (otros no, ¿eh?, que en el gremio hay de todo) han obsequiado a sus clientes con programas de las emisoras más cañís: la Cope, esRadio y otras cadenas cien por cien liberales, ultraliberales, megaliberales. Parabas el lucerito verde, te subías al asiento trasero y daba gloria escuchar a Jiménez Losantos devanar la teoría de que la actividad económica cuanto más desregulada y más abierta y más competitiva, mejor. Y el que pueda, capador.

Pero, ¡ay!, resulta que los mismos taxistas tan abducidos por el librecambismo se aferran a un sector contingentado, sujeto a licencias administrativas que luego pasan a un mercado paralelo de naturaleza especulativa, con tarifas cerradas y reguladas, sin competencia posible, sin oferta ni demanda ni Adam Smith que lo crió. Y a la primera de cambio, estos buenos liberalotes han cerrado filas para evitar que existan coches de alquiler con conductor, han reventado literalmente el inicio de la temporada alta turística, han colapsado las ciudades, han atacado vehículos que intentaban prestar servicio, han bloqueado puertos y aeropuertos... liderados en algunos casos por personajes tan inefables como el Peseto Loco y otros de similar jaez. Quieren sostener sus privilegios, su contingente y su mercado reservado y ultraprotegido.

Y lo más genial de todo es que la derecha política o social o mediática no parece muy escandalizada por esta situación. Los líderes de Cs (ayer) y del PP (mañana) se encorren unos a otros por los puntos de llegada de inmigrantes (aunque el de Vox les ganó por la mano el domingo), sin que su especial sensibilidad ante las alteraciones de orden público parezca sufrir al ver el centro de Barcelona y Madrid tomado por los taxis (¿rebelión?). Tampoco han dicho nada acerca del libre mercado y esas cosas que tanto, dicen, les importan. Gafas, sombrero... Y a ver qué hago yo ahora sin poder coger un taxi.