En una campaña electoral no muy lejana, Aznar rechazó los tests de alcoholemia a los conductores, proclamando el derecho a tomar una copita o dos de buen vino español (antes de ponerse al volante, se supone). Los suyos le aplaudieron a rabiar porque desde hace ya tiempo, y siguiendo la moda global, la derecha española históricamente liberticida no cesa de reivindicar libertades. Así nuestros conservadores se han vuelto liberales, libérrimos y casi libertarios. Acabarán desembocando en el libertinaje. A su manera, claro.

Ahora mismo, la gente bien considera que las restricciones al tráfico en el contaminado Madrid, o la prioridad al transporte público y a las bicis, o la inminente prohibición de que circulen por las ciudades civilizadas coches con más de veinte años de antigüedad... son ¡atentados a la libertad de movimiento! (pero negar a los velocípedos el acceso a las zonas restringidas de Zaragoza, no). De la misma manera califican de robo o confiscación los impuestos, exigen para las empresas la libertad de verter a ríos o mares lo que sea, de construir donde les interese y de recibir subvenciones ad hoc o gestionar servicios públicos.

Es como una evocación de quellos tiempos en los que tal vez te tiroteasen los agentes del orden por pintar «Libertad»! en una pared; pero nadie te decía nada si meabas contra ella, o dejabas en la acera próxima las cacas de tu perro, o incluso le pegabas una hostia a tu mujer (o a tu hijo) al pasar por alli. Si, claro, entonces era delito blasfemar, te perseguían y multaban por ser homosexual, no podías inscribirte con tu pareja en un hotel si no llevabas el libro de familia, no existía divorcio y el aborto era perseguido. A cambio, la libertad de la Iglesia Católica era tremenda, la jet masculina alquilaba lujosos apartamentos para instalar a sus queridas, el tribunal de La Rota anulaba matrimonios por lo canónico y las hijas de papá iban a Londres a interrumpir sus embarazos no deseados.

Los buenos conservadores, en realidad, siempre fueron bastante libertinos. Con dinero, chufletes.