V uelvo al Mar de Aragón, a Caspe Lake, en una tarde de bochorno en la que se asan los pájaros y hasta los siluros salen a boquear oxígeno de las hirvientes aguas del Ebro. Teresa Azcona, al frente de la Film Comission, tiene en ese territorio un plató perfecto para cualquier película de frontera. Carreteras rectas al fin del mundo, desiertos, rapaces sobrevolando infinitos cielos... Pero en la Biblioteca Municipal de Caspe, con Loli Esteban (12.000 usuarios en 2016) de anfitriona, se está fresco y allí me encuentro con Imma Monsó, que viene a presentar El aniversario y a conversar con sus lectores aragoneses en una maratoniana jornada organizada por la DPZ y el ciclo Escritoras españolas. La escritora, un icono en Cataluña, comienza a ser reconocida en otros muchos lugares por su gran calidad y orginalidad creativas. Novelas, las suyas, que hablan de lo extraño cotidiano, del abismo a la locura que se abre en cualquier escena doméstica, entre la rutina, la convención, la mal llamada normalidad o realidad. Me fascina de Monsó su manera de entender las acciones como una acción que se disfraza de trama, y a veces de género, pero que emana de su recogimiento de creadora solitaria, sentada frente al tiempo, el amor, la vida, luchando con casi todo, con la convivencia y la pasión, salvo con la crítica, que le es favorable.

Cruzamos el desierto, la barrera de Bujaraloz, con su infinita hilera, caravana de camiones, y de pronto el coche de Monsó ya no me sigue, se ha perdido, como si las arenas de Los Monegros se lo hubieran tragado o subsumido en ficción. Una hora después, nos reencontramos en Pina de Ebro. El misterio no era: tardó veinte minutos en incorporarse a la vía de acceso a la autopista porque los mil camiones que pasaban delante la bloquearon.

Marisa Fanlo, alcaldesa de Pina, lleva años en esa lucha. Cíclicamente sale con argumentos y pancartas para exigir el desdoblamiento de la nacional y actuaciones urgentes en el área de mayor siniestralidad de Aragón. A veces parece que un ministro, un secretario de Estado va a tomar cartas, aprobar inversiones, pero siempre que regreso a Pina o a Caspe Lake todo sigue igual, camiones, arcenes, peligros...

En Pina, el Grupo Literario ha convertido su municipio en un oasis creativo. Todos sus miembros han publicado libros y leen vorazmente. Son los únicos que se desdoblan en la comarca. Con ellos hay vida, arte, esperanza.