España está sucia, huele mal, a podrido, a mentiras encadenadas, a chulería y a codicia de cuatro mamones que nos estropean la imagen del país. No se puede vivir a gusto cuando la casa común tiene los rincones llenos de corrupción y la mierda se extiende como si eso fuera algo natural, cotidiano. «Normal», llegan incluso a decir los imputados con desgarrador descaro en sus declaraciones ante la Audiencia Nacional.

Hay que limpiar España de corruptos, de conseguidores, de interme-diarios. Esos personajes que hoy desfilan por los juzgados son la peor escoria que puede anidar en una sociedad civilizada y progresista. La figura del mediador es absolutamente inútil y prescindible si se cambiaran las reglas del juego de un sistema político infame. Estos señores y señoras (que de todo hay) no trabajan, carecen de oficio y de formación; sin embargo, obtienen beneficios millonarios y los reparten con generosidad entre su clientela. Sirva de muestra la actitud del cabecilla de la trama Gürtel, al que la fiscalía le reclama 125 años de cárcel, pero él sigue sin entender cuál es su delito. Atención a sus palabras: «Me he dedicado a hacer lo que hace todo el mundo. En este país hay miles de Correas», dijo Francisco Correa ante el tribunal. Tremendo. Y está creencia es sumamente peligrosa porque hay algunos indocumentados que piensan así, «si yo pudiera haría lo mismo». Falsa afirmación porque no todo el mundo se dedica a vivir del cuento. Son frases que aborrezco porque estos sinvergüenzas las lanzan a los micrófonos para que el pueblo las pille y los absuelvan de antemano. La misma que se oyó decir a Rajoy cuando comenzó la crisis, culpando a los españoles de haber vivido por encima de sus posibilidades. Hace falta tener caradura para mantener esta generalización.

Esta cultura del pelotazo, de la comisión por adjudicación y de la mordida debe ser castigada además como delito social grave. Los españoles ya no somos como la novela picaresca del siglo XVI; al menos no la mayoría. Estas conductas deben ser castigadas de manera ejemplarizante para sanear la sociedad, la nuestra y la de nuestros hijos. La mafia de los Eres del PSOE, la mafia valenciana con Fabra y compañía en guerra de comisiones mientras construían barracones prefabricados para escolarizar a los niños. La impunidad de Rato y de Rita, libres todavía y con mando en plaza, la altivez de Correa, la invisibilidad de Mato protegida por la secta, hay que borrarlas, exterminarlas, y acordonar la zona para que no infecten a la sociedad. Ya lo dijo Fabra, ese personajes grotesco de la Valencia profunda, «Aquí hay Rita para Rato»; haciendo un juego de palabras casi premonitorio.

Somos demasiado condescendientes con los tramposos que roban el dinero público. No es de extrañar que entre los e-mails publicados de Hillary Clinton hubiera uno en el que se afirmaba que España tiene una gran falta de tradición de sociedad civil, a diferencia de los que pasa en Estados Unidos. Falta educación cívica, eso pasa.H

* Periodista y escritora