Villanueva de Gállego, a pocos kilómetros de Zaragoza, es la última localidad que se ha sumado a las medidas preventivas que impiden a sus vecinos beber agua del grifo al registrar su red de abastecimiento concentraciones de residuos de lindano superiores al máximo permitido. Esta sustancia tóxica, presumiblemente procedente del cauce del Gállego y --en última instancia-- de los vertederos existentes en Sabiñánigo como consecuencia de la actividad de la clausurada industria Inquinosa, ya ha afectado al suministro de Santa Eulalia, Ardisa y Piedratajada, municipios a los que deben surtir de agua potable los bomberos desde hace una semana. Los análisis no han hecho sino confirmar que la contaminación va más lejos de lo inicialmente detectado. Y la CHE propone abrir compuertas en los embalses del Gállego para diluir los residuos. ¿No se han disuelto en más de cien kilómetros de recorrido del Gállego hasta Villanueva? La DGA no puede refugiarse en el reconocimiento del problema ambiental desde hace décadas ni en presunciones de por qué reaparece ahora en los grifos. Hace falta información inmediata y contrastada.