En vísperas de la repetición de las elecciones, el CIS indicaba que la preocupación por la corrupción seguía en aumento, y con un 47,8% era el segundo problema para los españoles, tras el paro. Una información que no hacía sino corroborar los datos de la oenegé Transparencia Internacional, cuyo informe situaba a España como el país de la UE que más había retrocedido en ese apartado, con peores cifras que Chipre o Lituania y lejos de los países vecinos y homologables, algo que de por sí ahuyenta la inversión extranjera.

Sin embargo, pese a la lluvia de casos, la mayoría ligados al PP como partido en el poder, no solo no tuvo coste electoral el 26-J sino que sus votos crecieron desde el 20-D en los territorios más afectados. Podría decirse que no había más suelo que perder, que, para muchos, los partidos políticos son como los equipos de fútbol, que producen adhesiones emocionales acríticas e inquebrantables, o aún peor, que llega un momento en el que saqueos y fraudes de lo público ya no son motivo de alarma y que efectivamente este es nuestro "paisaje social", como dice Gregorio Morán; algo estructural, con sólidas redes clientelares pero que también necesita repartir muchas pequeñas "migajas", como denunciaba el implacable interventor Fernando Urruticoechea.

Lo que sorprende es que Ciudadanos y Podemos, que emergieron gracias a un discurso de regeneración, perdieran tantos votos en seis meses, lo que empuja a cuestionarse si se esforzaron lo suficiente en concretar su alternativa al bipartidismo o solo son su duplicado y subdivisión. Para concluir que corrupción y democracia se repelen no hace falta que venga una nueva política que a la hora de la verdad se deja en casa la determinación. Unos y otros hablan de nueva era, pero de momento esta ha comenzado con tics antiguos: la votación secreta para la constitución de la Mesa del Congreso en la que se colaron diez votos de más olía a conchabeo e intercambio de intereses bajo mano. Siguen sin asumir que lo que más nos importa a los españoles ahora mismo es la línea verde de la transparencia, la responsabilidad pública y la ética. Lo vemos en otros lados. Aquí está todo por hacer. Periodista