No es necesario tener un proyecto para Aragón ni hacer propuestas para ganar en unas elecciones. Luis María Beamonte, novísimo líder del PP, podría ser perfectamente presidente sin haber ofrecido ni una idea nueva. Las políticas puede decidirlas luego, sobre la marcha. En el debate sobre el estado de la comunidad se evidenció que la izquierda sigue enzarzada en sus líos internos y en sus cuitas. Javier Lambán salió airoso. Beamonte, crítico y contenido. Brilló Maru Díaz, portavoz de Podemos, mejor y más sólida que Pablo Echenique, buen tertuliano, pero pésimo parlamentario, ya camino a Madrid, lejos de Aragón donde nunca estuvo. El debate tuvo más de representación que de realidad. Solo Patricia Luquin habló de política. Los ciudadanos no extraen nada que mejore sus vidas. La derecha quiso evidenciar la debilidad del PSOE: le tendió la mano con la boca pequeña, para despertar más desconfianza entre los socios. No hay acuerdo global posible entre PP y PSOE por más que se finjan voluntades. Las primarias socialistas y podemistas contaminaron las posiciones de la izquierda, que debería hacer un ejercicio de madurez y realidad; aprovechar el momento para hacer política, para negociar ya el presupuesto, dejar de lado sus procesos internos. Pero esto no va a suceder. Habrá que esperar a que las tripas de los partidos se pacifiquen. Solo entonces se pondrán a hablar de lo que de verdad importa. En esto, partidos nuevos y viejos son igual de viejos. Ha pasado media legislatura y el invierno parece más cerca.

*Periodista