No recuerdo en más de 30 años de democracia regional un guirigay final como el que se ha formado en estas elecciones autonómicas. Para saber quién ha llegado a la meta como vencedor se va a necesitar la foto finish; todos insisten en que han ganado, con lo cual el ciudadano se pregunta si los números significan algo para los políticos, ya que, en este caso, son traducibles a votos; realmente es no admitir el sitio que le corresponde a cada uno, salvo excepciones, todos reclaman su buen posicionamiento. Ha sido una carrera de fondo donde los tradicionales líderes han empeorado su récord llegando a duras penas, y los nuevos corredores más frescos y con más brío han acortado distancias, pero la realidad es que los aragoneses han votado a una u otra formación política con pequeñas diferencias entre ellas, esto hace que no haya un vencedor que pueda gobernar en mayoría, aunque en otros países esto sea posible o cuando las diferencias de votos son tan pequeñas, como sería nuestro caso, se propone una segunda vuelta para que los ciudadanos decidan por aquellos que han obtenido más votos, es bastante coherente a mi entender, pero la política española es diferente, es mejor romperse los cascos en pactar, negociar, apoyar y donde dije digo, digo Diego que bajarse del carro del posible poder. ¡Qué palabra, poder!, cómo transforma. El maratón sigue pero de marcha atlética, aquí se verá quién tiene más cintura para crear un gobierno que sea capaz de seguir adelante hacia una mayor prosperidad, mayor igualdad, transparencia y honestidad, esto no es un juego de poderes, es una gran responsabilidad la que han de asumir quiénes sean, los ciudadanos se lo merecen.

* Pintora y profesora de C.F.