A este árbitro deberían quitarle el carné de ídem. Los colegiados deberían tener un carné de puntos, o algo similar. Y a este señor, que ha hundido al fútbol con su incompetencia o algo peor, deberían descontarle muchísimos puntos por su actuación en el Madrid-Zaragoza. Una persona puede equivocarse, un árbitro puede estar fatal, incluso sus linieres pueden perder el conocimiento, la visión o ambas cosas durante un partido. Pero tiene que haber algo más, una instancia superior que funcione y corrija los desaguisados. El comité de competición ha actuado con una cobardía insensata, se ha escudado en que no hay precedentes para actuar de oficio, pero sí los hay. Encima, miente el comité. Y aunque no los hubiera, lo que ocurrió el domingo es suficiente como para que empiece a haberlos. Podrían presentar la dimisión, podrían esconderse, podrían confesar que no se atreven a reconocer que uno de sus colegiados ha roto la confianza que el mundo del fútbol, como cualquier otro mundo, necesita para seguir funcionando. Una mínima justicia tiene que haber. En los negocios se presupone una mínima --a veces nanoínfima-- confianza mutua. Y eso es lo que permite abrir una empresa. Losantos Omar ha arruinado el fútbol y por extensión el resto de las confianzas que una sociedad civilizada necesita para seguir funcionando. Hay escándalo porque salgan etarras de la cárcel, y es un escándalo: pero esto es aún más grave. Supone que las autoridades reconocen que el Madrid tiene bula, disfruta de impunidad y amparo institucional, que las reglas básicas que todos los niños conocen no rigen para ese equipo. Los modestos a joderse. Cuánta será la presión tácita (la auténtica presión) que el Zaragoza no se ha atrevido a hacer nada. Figo es un gran tipo, excelente persona y magnífico jugador, y seguro que tenía ninguna intención de dañar a César Jiménez. Pero ya se sabe que no se pueden juzgar las intenciones ni valorar la metafísica. La entrada de Figo era roja y expulsión fulminante. Y si el árbitro y sus colegas se vuelven locos o simplemente se saltan el reglamento (ellos sabrán porqué, y todas sus jodidas vidas tendrán que cargar con eso, el archivo les perseguirá eternamente) el sistema tiene que reparar ese atropello. Y si no, el sistema se rompe, y hasta el más humilde partido de la categoría más modesta se afronta ya con esa premisa de corrupción.

*Periodista y escritor