He empezado a metabolizar la borrachera de dinero que cobran los altos cargos que el Gobierno ha puesto al frente de empresas públicas ruinosas o en riesgo de suspensión de pagos, pero hay dos que se me resisten: RTVE y Paradores. ¿Cómo puede ser, me pregunto, que con una deuda salvaje el presidente del Ente cobre el doble que el presidente del Gobierno? ¿Aún no han echado del país al que autorizó el pago de 169.000 euros a Mariló Montero por hacer media docena de programas infames sobre la vulgaridad rural? Para lo de la radiotelevisión no tengo respuestas, pero lo de Paradores me lo sé. La red pública de hotelazos también es ruinosa, y el año pasado tuvo que recurrir a un crédito del ICO para pagar las nóminas (recortadas un 31%), puesto que cerró el ejercicio con veinte millones de pérdidas que fueron a engordar la insostenible deuda. La presidenta, sin embargo, cobra mucho más que el de RTVE, y es que la pobre no hace más que devanarse los sesos para levantar el negocio. Hace unos meses renovó la vajilla de los 54 monumentos con el fin de atraer al turismo de alcurnia con la incomparable porcelana portuguesa de Vista Alegre, lujo superfino con aplicaciones de oro a mano como en el siglo XVIII. Dicen que esto no es una frivolidad, que es estrategia de pijodirectivo y que, a la larga, será rentable. Y algo de razón pueden tener, ya que esta señora regentó una tienda de decoración antes de casarse con Rodrigo Rato. Después se dedicó a ejercer como señora de hasta que dejó de serlo y la aparcaron en Paradores. Periodista