El chalet, mansión o casoplón de Pablo Iglesias/Irene Montero ha planteado a las bases de su partido y a la opinión pública una serie de dudas. La primera sería si todos los profesores de Universidad o diputados de base tienen capacidad económica para gastarse un dineral en una nueva vivienda. La segunda, y más importante, creo, es si eso es coherente o no.

Yo creo, con el alcalde de Cádiz, José María González, que no.

Kichi, como referente del sector anticapitalista, ha dicho que un currante (profesor, como él, o regidor de tropa) debe vivir en una vivienda normal, y dejarse de lujos. Como él pensarán supongo muchos de los indignados que creyeron en Podemos como en un movimiento nuevo, igualitario, inspirado en el reparto equitativo de los recursos comunes y en la justicia social, siendo que a la primera de cambio su líder se merca un casoplón más propio de Donald Trump , con jardines, piscinas y casas de invitados que requerirán mantenimiento y servicio (sumados esos gastos a la hipoteca, siguen sin salir las cuentas).

En su defensa, el líder de Podemos se ha erigido como ejemplo de transparencia al someter al voto de las bases su decisión de trasladarse a una urbanización exclusiva, argumentando que los demás políticos deberían hacer lo mismo, seguir su ejemplo y preguntar a sus afiliados si deben o no adquirir bienes muebles o inmuebles, adquirir tal coche o tal casa. Acusándoles, por tanto, de lo mismo que le acusan a él, de incoherencia.

Montero/Iglesias ganarán probablemente la votación de sus afiliados, pero eso no significará que les aplaudan ni que su confianza en ellos haya aumentado, ni reforzado su poder interno. Al contrario. Su nuevo status de vida, el casoplón, saldrá a relucir en cuanto vuelvan a incurrir en alguna contradicción programática.

Iglesia no tiene razón con su chalet, pero sí al poner el dedo en la llaga de la incoherencia general que está convirtiendo la política española en un juego de máscaras. Es incoherente que José Luis Rodríguez Zapatero haya pretendido colaborar con la democracia en Venezuela sin criticar a Maduro. Es incoherente que Rajoy no acabe nunca con la corrupción (que no acabe nada). Lo es que Sánchez cambie de opinión sobre Cataluña y el estado plurinacional según venga el viento, o que Rivera, tras ganar en Cataluña, ni siquiera intente gobernar... Y cien ejemplos más.