Los historiadores, politólogos y sociólogos tendrán en el futuro suficiente material de estudio en los acontecimientos políticos de los alrededor de 25 años de la Comunidad de Madrid bajo control del partido popular. Será difícil encontrar en algún lugar y en tan corto espacio de tiempo tanta perversión, podredumbre y corrupción de la actividad política. Dinero, poder, corrupción. ¿Los dos primeros desembocan inevitablemente en el tercero? ¿Dinero más poder es igual a corrupción? Así parece en el caso madrileño. Es todo un ejemplo negativo del ejercicio de la actividad pública. No sería descabellado el aplicar también aquí el artículo 155 de nuestra Carta Magna.

Acaba de celebrarse la fiesta de la Comunidad de Madrid y no han estado presentes ninguno de sus 4 últimos presidentes: Alberto Ruiz Gallardón, al cual el juez del caso Lezo le ha citado como investigado por la compra presuntamente fraudulenta en 2001 de la empresa colombiana Inassa por parte del Canal de Isabel II. ¿Qué se le había perdido a la empresa del Canal de Isabel II en Colombia? Esperanza Aguirre, que tuvo que dimitir de todos los cargos públicos y orgánicos de su partido, ya que durante su mandato la comunidad se convirtió en una auténtica fosa séptica de corrupción. ¿No tuvo nada que ver ni se enteró del tamayazo? ¿Con sus dotes de cazatalentos dónde hacía el casting para incorporar a sus gobiernos a gente como Ignacio González, Francisco Granados, Borja Sarasola…? Ignacio González, su sucesor, que ya ha visitado la cárcel por el caso Lezo. Y la última Cristina Cifuentes, cuya dimisión ha sido patética y producto de venganzas de miembros de su propio partido.

Durante estos años de gobierno de los populares ha existido un cambalache entre los poderes económicos y políticos con el objetivo de llevar a cabo un auténtico saqueo de los recursos públicos. Por ende, los grandes pelotazos inmobiliarios o de obra pública, así como los procesos de privatización de servicios públicos de sanidad y educación. Todo ello para generar grandes beneficios a grandes empresas privadas, las cuales daban a cambio dinero para las campañas electorales y el enriquecimiento de muchos políticos populares. Todo esto gran parte de la academia, la intelectualidad y la prensa no solo lo calló, sino que incluso presentó esta forma patriótica de gobernar como un modelo a exportar al resto de España.

Desde el ámbito académico, en 2013 la Universidad de Alfonso X el Sabio concedió el título doctor honoris causa a Esperanza Aguirre por su extraordinaria trayectoria política. Y la Universidad Juan Carlos I regalaba los másters.

El mismo servilismo de buena parte de la intelectualidad. Mario Vargas Llosa escribió un artículo en septiembre de 2012 titulado Aguirre, esa Juana de Arco liberal, tras su renuncia a la Presidencia de la Comunidad de Madrid: «Gracias a ella la provinciana capital de España de hace tres decenios es la metrópoli de hoy día y la región más próspera, menos endeudada, una verdadera potencia industrial y la de vida cultural más rica y diversificada de todo el país. Con ella al frente del Gobierno jamás se hubiera hundido España en la crisis que hoy padece».

La prensa madrileña pública y privada, dependiente de la subvención pública, se convirtió en mero instrumento de propaganda de los gobiernos autonómicos del PP. Todos le reían las gracias a la lideresa. Y así se entiende el Acuerdo del 24 de abril de 2018, del Consejo de Gobierno, por el que se concede la Medalla de la Comunidad de Madrid, en su categoría de Oro, a don Alfonso Ussía Muñoz-Seca. El escritor y periodista ha sido premiado por su «extenso conocimiento de la historia de España» y su «afilado sentido del humor», combinando en sus obras «la ironía con el cuidado de la lengua». Conceder este premio a este señor, si seguimos su trayectoria, es un insulto a la ciudadanía madrileña. Ha dado muestras en el periódico de Marhuenda de machismo, xenofobia y clasista. Podemos observar su talante en un reciente artículo titulado Molondra: «La indocta, molondra y alcornocal alcaldesa de la Ciudad Condal, ha sido amable, cultural y severamente puesta en su sitio por el Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada don Teodoro López Calderón, que le ha explicado en un formidable texto quién era el Almirante Cervera…» ¿Así se contribuye a hacer una sociedad mejor, más solidaria, más tolerante e inclusiva? A pesar de la dimisión de la presidencia que le concedió el premio, asistió a recoger su medalla de oro, señalando en una mezcla de desvergüenza y cinismo «Fue irremediable la renuncia de la anterior presidenta, Cristina Cifuentes como es irremediable que yo la mencione ahora. Sería muy grosero no recordarla, porque fue ella quien nos concedió esta medalla». Qué diferencia en todo un ejemplo de dignidad y coherencia de renuncia a la medalla del filósofo Enrique Lledó, el cual señaló sería «desagradable» aceptar una condecoración propuesta por quienes parece que no respetan a algo «esencial» en España, que es la educación, representada por instituciones como la universidad, la escuela o los institutos.

*Profesor de instituto