Made in Spain, pasaporte especial, ella es Made in Spain, la mejor garantía»… Con esa canción La chica que yo quiero, se despachaba España en un festival de Eurovisión, y también, en su quehacer diario, la ex presidenta de Madrid, que de «regeneradora del PP» (como en su momento se autoproclamó) pasó a ser más Eva, que la de Adán. Morder la fruta prohibida se le quedaba corto, y por eso se retó a sí misma, y se propuso ser la primera en el uso y abuso de los privilegios, el poder, la influencia y la impunidad en su calidad de política libertadora de un PP podrido, tanto como la manzana que le apeteció morder. Lo peor es que la guinda del pastel la puso el presunto hurto de unas cremitas. Un pequeño desliz por valor de 40 euros, que a nadie le hacía mal, eso debió pensar la súper heroína del PP, cuyo cerebro parece estar lobotomizado, pues no pueden entenderse de otra forma comportamientos tan bipolares como los manifestados por Cifuentes, que hasta el final ha defendido su inocencia, cuando los hechos demostraban lo contrario. Un mal endémico en la sociedad global, pero especialmente extendido entre la clase política española, a la que le ha dado por ser prescriptora de la marca Mango. Una broma fácil que ha hecho hasta el Ministerio de Hacienda en su twitter, en el que se mofaba del hurto de la ex de Madrid, con una fotografía de la susodicha, sobre la que iba impresionada con intención, el nombre de la marca Mango, una marca que para desgracia de la usuaria, no desaparecerá en 10 minutos, como lo hizo el tuit de Hacienda.H

*Periodista y profesora de universidad