Hace justo un año me diagnosticaron el cáncer de pulmón en fase IV. El 27 de octubre del 2016 tuve mi primera sesión de quimioterapia. Cinco horas en una cama con tres vías abiertas en el brazo derecho. Guardo fotos con mi hermano, con mi novia, con los amigos que me vinieron a ver. Hago la señal de la victoria. Cuando salí a la calle sentí cierta euforia, ya estaba en la pelea. Durante todo este tiempo he mantenido muchas conversaciones sobre el tortuoso camino que debe recorrer un enfermo de cáncer. Con Víctor Jiménez, director de la compañía de danza LaMov, he quedado con frecuencia. Hemos hablado largo y tendido, y de esas charlas ha salido Terrenal, una obra que se estrena mañana en el teatro Principal y que permanecerá en cartel hasta el domingo. Todo el mérito es suyo. Su creación trasciende de lo que yo haya podido contarle y refleja el sufrimiento, el miedo y la incertidumbre que vivimos los enfermos oncológicos. Pero también la esperanza, la pelea por la vida, la importancia de la amistad, de la familia, del amor. Habla de lo esencial, de lo más terrenal: la vida y la muerte. Suena el Réquiem de Mozart y la vibración de la danza resuena en la piel. Es una obra que relata lo más íntimo. Cualquiera puede sentirse identificado y traspasado. Víctor Jiménez consigue captar ese pálpito atemporal; la existencia misma repleta de contradicciones. LaMov es marca Aragón y marca Zaragoza; lejos de convencionalismos. Un proyecto artístico nacido aquí, que rompe fronteras y que merece apoyo y reconocimiento.

*Periodista