A no pocos lectores que hable aquí de marca cuando me refiero a Podemos (o a Unidos Podemos), IU, Esquerra o a cualquier otro partido de la izquierda sagrada les pone un poquito de los nervios. Son los mismos que consideraron a Pablo Iglesias un producto televisivo, al 15-M un movimiento de jóvenes sin norte ideológico, a Pedro Sánchez un guaperas oportunista y a Julio Anguita el auténtico profeta que inventó aquello tan profundo de ¡Programa. programa, programa!». Entre los muy puros y quienes dan un contenido... religioso a sus ideales, mezclar el márketing con la política, configurar marcas colectivas (partidos y organizaciones) y personales (líderes y candidatos), o utilizar los nuevos recursos tecnológicos para generar comunicación y vender ofertas electorales son otras tantas herejías. Anatema.

Pero lo cierto es que la política actual (se la suele llamar tecnopolítica) no es sino la lógica transferencia de los estilos y recursos de la Edad Conteporánea a este tiempo de plasmas, internets y redes sociales. Lenin echó su discurso sobre un blindado nada más bajar del tren que le había llevado a la estación de Finlandia en Petrogrado. Se envolvió en la multitud, fue fotografiado, saludó a los soldados y al soviet local, y luego llamó a derrocar al gobierno provisional de Kerenski. Si llega a tener televisiones y Facebook o Twitter...

La marca es la quintaesencia de los contenidos, la imagen que representa una manera de entender la acción política. Y no se vuelvan locos con los programas. Los de la derecha suelen ser inventarios de mentiras o medias verdades. Los de la izquierda, catálogos de ficciones al filo de lo imposible. Casi nadie se los lee. La mayoría, con razón, prefiere escuchar declaraciones, ver el talante de los líderes y hacerse una idea consciente pero también intuitiva de cada producto y de los personajes que lo representan. Simplicísimo. El PP contrata a expertos para que le monten las campañas en las redes. El PSOE tiene que reinventarse y poner en valor su logo. Podemos está perdiendo atractivo por su tosquedad. Y lo de IU nunca funcionó.