Ese soy yo. Un extraterrestre. Recorro Zaragoza, salgo de viaje, leo diarios españoles o extranjeros... Acabo patidifuso. El otro día, por ejemplo, me explicaron el juego de moda, Pokemon Go, que ha reportado a Nintendo beneficios mil millonarios. Incluso participé en una partida, yendo por ahí a la caza de los bichitos virtuales. Pero no logré entender qué emoción, qué sustancia o gracia tenía aquello. Eso sí, es un fenómeno definitivo. Hemos sido sacados abruptamente de la Edad Contemporánea por la revolución tecnológica y esto no hay quien lo pare. Por si acaso, yo procuro mantenerme subconectado. No aparezco en Twitter, ni en Facebook ni en ninguna otra red social. Apenas atiendo el correo electrónico y utilizo el Whatsapp lo justo. Estoy en la Luna.

Además de los Pokemon, la tecnopolítica ha articulado lo virtual con una realidad desquiciante. En la última campaña electoral el PP contrató un consulting especializado que le preparó una campaña a la carta, usando Facebook para lanzar mensajes específicos y diferenciados a electores de las provincias (alrededor de veinte) donde había escaños bailando. Fue un éxito. Aún más mérito internáutico tiene la maniobra de Erdogán, el presidente turco, quien a lo largo de la noche del viernes al sábado utilizó un smartphone para dirigirse por televisión a la ciudadanía, y cerró las redes sociales... mientras él enviaba mensajes personales a millones de sus seguidores dándoles instrucciones para movilizarse contra los militares alzados. Lo hicieron al grito de "¡Dios es grande!", lo cual pudo parecer anacrónico y medieval... Pero tal vez no fuese sino la manifestación de la relevancia emocional y postmoderna que tiene la religión. Así se frenó un golpe antidemocrático destinado a derribar un gobierno electo... que a su vez está acabando con la democracia.

Total, que Trump puede ganar las elecciones presidenciales USA. En Gran Bretaña, la facción ultraderechista del Partido Conservador ha tomado el poder. Y el españolísimo PP está cerrando acuerdos secretos con los nacionalistas vascos y catalanes.

Me vuelvo a Marte.