Mariano Rajoy realizó ayer la tradicional rueda de prensa de fin de curso político, marcada una vez más por dos cuestiones centrales: la positiva evolución de la economía, con acompañamiento de un esbozo presupuestario para el 2016, y el reto independentista catalán que, junto a otros males políticos, puede malograr, según él, la recuperación ya encauzada por el Gobierno. Ambas cuestiones sirvieron de pantalla para pasar de puntillas sobre los casos de corrupción, que afectan especialmente a su partido. Ante el otoño-invierno electoral que se avecina, Rajoy no varió un ápice el mensaje: O el PP, o el caos.

En el ámbito económico, la autosatisfacción solo vino atemperada por un reconocimiento que obvió el año pasado, cuando afirmar sin matices que la crisis había terminado. Esta vez reconoció que aún queda ñmucha gente que lo está pasando mal, aunque ya son menosO. El positivo panorama dibujado, sustentado sobre una lluvia de macrocifras, ha de permitir, si el elector no cae en tentaciones, que en la próxima legislatura pueda plantearse nuevas reducciones de impuestos, en una España que encabezará todas las estadísticas positivas. Una visión que contrasta con realidades sociales más crudas --el índice de pobreza español es del 22%, por ejemplo--; el malestar de las autonomías, que prestan los servicios básicos del Estado del bienestar, por una deficiente financiación que puede implicar más recortes; así como el anuncio de un incremento de las pensiones del 0,25%, el mínimo que fija la ley.

Sobre la cuestión catalana, hace tiempo que se cerró la puerta que quedó entreabierta ahora hace un año al presentar Artur Mas un paquete de 23 puntos concretos a negociar. Rajoy exhibió una vez más absoluta firmeza: no hubo referéndum el 9-N, ni habrá plebiscito el 27-S. De sus palabras hay que deducir que aguantará impasible, y no se aprecian indicios de que el proceso electoral que el lunes se va a abrir en Cataluña vaya a ser impugnado. Frente a las voces que pueden acusarle de blando, el presidente se reafirma en que ha actuado de forma ñprudente, proporcional y si ninguna concesiónO. En cualquier caso parece claro que el recurso a los tribunales será el único instrumento a emplear en el litigio catalán hasta que todos los españoles vayan a las urnas hacia finales de este año. De su firmeza ahora espera obtener Mariano Rajoy un buen rédito entonces. Se verá.