Son muchos y de muy diversas escuelas, nacionalidades, épocas e ideologías los que a lo largo de la historia nos han trasladado su opinión de que la vida es lucha. Marxistas, liberales, anarquistas, y socialdemócratas parecen coincidir en que cuanto rodea al hombre se sustancia a través de la lucha. Nadie dice que esas luchas tengan que ser siempre y necesariamente violentas, cruentas las hay que no lo son pero no por ello pierden su naturaleza de lucha. Si algo hace el Derecho por nosotros es ofrecernos las vías, caminos, pautas y principios para canalizara a través de él lo que de otro modo podría acabar en sangre. Ni siquiera hace falta volver la vista atrás para comprobarlo. También hoy, también ahora, el Derecho, con sus limitaciones e imperfecciones, contribuye a la tarea nada sencilla de la convivencia. El odio, la escasez o el interés forman parte del escenario mundo, por mucho que suene antipático y pensarlo nos aleje de los felices paraísos del ocio prefabricado. No es esta, o no lo pretende ser, una visión negativa ni pesimista. Al contrario, visto lo que somos y lo que somos capaces de hacer se trata más bien de una llamada a lo mejor de nosotros mismos y no a lo mezquino y cruel que también nos habita.

Me explicaré. El pasado día 21 de enero de los corrientes una trágica y triste noticia ocupaba a los medios de comunicación, pero no lo hacía en espacios centrales o destacados de prensa, radio o televisión. Un pequeño recorte o un escueto espacio para informarnos de que «En las montañas limítrofes con el Líbano mueren congelados 15 refugiados. Entre los fallecidos hay varios niños que trataban de cruzar la frontera». Ante algo así, ¿qué se puede hacer, qué decir? Por si acaso somos lo que aceptamos solo se me ocurre no aceptarlo en silencio, pasivamente, no omitir la profunda desazón y vergüenza que hechos así, totalmente evitables, me producen y continúan pasando en el presente. Y lo que es peor, según parece muy probablemente seguirán ocurriendo en el futuro. Si el Derecho puede aportar los medios para evitar tanto mal ¿por qué no se hace? Es verdad que personas individuales y ONG procuran denunciar la situación y contribuir en la medida de lo posible a paliar tan lamentable situación de seres humanos igual que nosotros. Corrijo: de seres humanos mucho más vulnerables que nosotros. Como casi siempre, como en casi todo la clave está en la voluntad. La voluntad política en este caso. Enfrascados en combates jurídicos de otra escala y envergadura nadie quiere llegar el último a los honores de los primeros. A veces planteo a mis alumnos la cuestión de si los derechos humanos son una invención o un descubrimiento. La cosa cambia mucho según la respuesta elegida. La fundamentación teórica de los mismos resulta clave para el sostenimiento y defensa de los mismos pero en casos como este topa con la realidad de la muerte y de la indiferencia de muchos. Temo que cuando pase el tiempo, y las futuras generaciones hagan historia de nuestro presente como hicimos con nuestro pasado no salgamos bien parados, y con razón. En Derecho la acción es importante pero también lo es la omisión. Dejar de hacer, dejar de decir, incluso dejar de pensar no son cosas indiferentes. Por eso, aunque no sirva de nada, protesto hoy aquí por la inacción e inoperancia de muchos Estados, enfrascados en combates jurídicos que, con ser importantes, no debieran por ello negar, ocultar o minimizar ese otro: el de los refugiados sin refugio. H *Universidad de Zaragoza