Si pudiera y supiera cómo me gustaría conocer qué hay en algunos discursos más allá de su retórica y aunque, incluyo aquí el discurso político, no solo me refiero a él. La expansión de ese concreto discurso se proyecta tanto que, como un eco en busca de muro se prolonga y expande más allá de su pronunciamiento inicial multiplicando y clonando su retórica en otras muchas de las que, como decía, quisiera conocer su verdadero trasfondo. En realidad, esa sería una más de las posibles concreciones de la inteligente idea de Oscar Wilde según la cual "la mayoría de las personas son otras". No, no se trata de un enigmático acertijo del poeta irlandés, de hecho lo explicó en su día con bastante claridad: la mayoría de las personas son otras porque "sus pensamientos son las opiniones de otros; sus vidas, una imitación; sus pasiones, una cita". Y como yo preferiría no formar parte de tal mayoría, explicaré mi pequeña teoría sin buscar fácil cobijo en las ideas de otros --pero sin renunciar a esa búsqueda inextinguible de maestros en la que todos nos hallamos inmersos de por vida--. Y si me inquieta en buena medida el alcance de ese eco es porque lo que atrae como primera consecuencia es el empequeñecimiento de los individuos, reducidos, a veces por propia iniciativa que es lo peor, a acompañamiento coral de las proclamas de los otros. No, sé que no es nada fácil tener ideas propias, por muchos motivos, y no me refiero a temas técnicos hablaba más bien del pensamiento moral, aquel que por propia definición va más allá de lo inmediato.

El pensamiento moral no es una alternativa al político. Para Aristóteles, otro maestro, el primero forma parte del segundo. La ética sopesa los valores de y en la conducta humana y la política despliega las normas e instituciones que hagan posible las conductas que se desea promocionar e imposible las que conviene descartar. Si nos imaginásemos a la moral y a la política como conjuntos de esos que nos dibujaban en la pizarra del colegio con tizas de colores creo que podría afirmarse que hay una importante intersección entre ambos, así el profesor rellenaría con la mezcla de los colores de sendos conjuntos una amplia zona de coincidencia entre ambos. Los medios de comunicación, especialmente radio y televisión, convocados siempre por la urgencia de la noticia, se convierten a través de algunos comentaristas en replicantes de los mensajes que poco antes los políticos ya habían lanzado, a veces machaconamente a la manera de afecto y alimento para consumo de los suyos.

Otro ejemplo del empequeñecimiento del individuo señalado sería el uso de los argumentarios o conjunto de argumentos elaborados y aprobados por los encargados de los partidos políticos para dar respuesta unánime a todo y por todos. Y, por último, como afirma Eagleton, hay que tener en cuenta que en nuestro sistema todo está en movimiento para poder mantenerse donde está. Y aunque tal movimiento no debiera ser excusa, pues en realidad siempre todo lo estuvo antes, esa es hoy una de las explicaciones que se dan ante la innegable falta de teorías y profusión de copias repeticiones. Terminaré diciendo que en esta época de posteorías la democracia, a falta de nuevos conceptos, se convierte en presa de sí misma. Continuará...

Profesora de Derecho. Universidad de Zaragoza