A veces no tengo claro si los ideólogos de los partidos políticos son extraordinariamente listos o extraordinariamente tontos. Esta reflexión me la hago pensando en el nombramiento de Xavier García Albiol como candidato a la Generalitat de Cataluña. Este señor, que se adora a sí mismo, que no se besa porque no se llega, nos va a deparar inolvidables momentos durante la campaña electoral. Como no va a ganar, y lo sabe, auguro que se dedicará a insultar con verbo grueso a sus oponentes electorales, y a reproducir en tribuna política las charlas de café del sector más ultramontano del nacionalismo español. Por eso, no sé si quienes le han aupado como candidato son más hábiles de lo que nos pensamos, porque la atención la va a llamar, eso seguro. Votos, no sé, pero titulares... Ahora, mi duda es si este señor no se les acabará escapando de las manos a esos que teorizan en los despachos. Si no les pasará como con Vidal Quadras, que cuando se hartó de morderse la lengua (y cualquiera lo diría) se montó su propio partido ultramontano, se estrelló y desapareció. A mí me parece que a García Albiol le queda estrecho el traje del político serio y responsable, y más en un territorio tan delicado como Cataluña. A semejante perro, a ver quién le pone el bozal una vez que le hayan soltado la correa. Claro que puede haber otra lectura posible: los que han decidido su designación han pensado que nos hace falta un poco de luz y de color, que está todo el mundo muy serio, y han pensado que de perdidos, al río. Que nos vamos a divertir. Y que esta campaña va a ser una lucha entre el elegante Mas y su independencia de diseño y el cachas Mister Proper, el hombre que promete dejar Cataluña como los chorros del oro. Pues que empiece la fiesta.