Los accidentes de tráfico son la primera causa de muerte violenta de los españoles. Lo recuerda Francisco Canes, presidente de la Asociación Estatal de Víctimas de Accidentes DIA. Una sentencia que ha adquirido mayor gravedad con la confirmación del repunte de sucesos mortales en las carreteras españolas en lo que va de año, con un crecimiento del 11%. Hasta el pasado jueves se habían registrado 350 fallecidos, 35 más que en el mismo periodo de tiempo del 2015. La pésima noticia varía la tendencia a la baja de la última década. Este aumento en la curva estadística a nivel nacional no se corresponde con la siniestralidad vial en Aragón donde se han registrado 11 víctimas mortales en lo que va de año, una menos que las del año pasado a estas alturas

CAUSAS DE SINIESTRALIDAD

La primera conclusión es obvia y ha de apelar a la responsabilidad de los conductores. Esa actitud debería manifestarse con la observancia estricta de las normas y prestando la mayor atención cuando se está al volante. Como ya es conocido, el uso del móvil, por ejemplo, se ha convertido en una causa de mayor siniestralidad. No estaría de más aumentar el rigor punitivo en este caso, como se hizo con el exceso de velocidad.

FALTA DE ESTRATEGIA

Pero si los conductores no cumplen siempre con sus obligaciones, sí cabe esperar que lo hagan los gobernantes. Y el aumento del número de víctimas parece efecto evidente de la falta de una estrategia definida del Ministerio del Interior y la Dirección General de Tráfico. Queda demostrado, por ejemplo, con el nuevo reglamento de circulación que no ha visto la luz en estos cuatro años. El anuncio de un plan de choque, el pasado jueves, revela reconocer un suspenso por las tareas pendientes en la materia del tráfico.

Porque no debería esperarse a que hubiera más muertos para que aumentara la inversión en la mejora de la red viaria, sobre todo en las carreteras convencionales --las que tienen más víctimas--, con 7,2 millones para 3.000 kilómetros de vías peligrosas. Parece urgente además reducir la velocidad en esas carreteras, dialogar con todas las asociaciones implicadas (automovilistas, motoristas, víctimas, autoescuelas...) y dejar para mejores tiempos el debate sobre subir a 130 km/h el límite para las autopistas.