Cuando se busca freno a la despoblación desde las políticas públicas se suelen circunscribir las soluciones a las inversiones, productivas o no. La ecuación suele ser la siguiente: si hay más confort y más oportunidades, la población seguirá en el medio rural y se invertirá la tendencia. Pues no siempre es así. El hecho de que Aragón sea la comunidad con menos jóvenes en los pueblos vaticina un problema que no se arregla solo con obras y equipamientos.