Ojalá me equivocara! al escribir todavía ministra de Sanidad en referencia a la impresentable de Ana Mato. Lo dudo; llegará el sábado y esta peculiar mujer seguirá ostentando un cargo que deshonra los 365 días del año. Ojalá me equivoque, nada me gustaría más que dejar de llamarla ministra de Sanidad y de ¡Igualdad! Resulta inconcebible que siga siendo la protegida de Rajoy que por no cesarla de forma fulminante la relega y la desautoriza colocando al frente del gabinete de crisis a la vicepresidenta del Gobierno. Hace falta carecer de dignidad para soportar la humillación. Tal es el caos que ha organizado esta incompetente, que no sabe juntar dos oraciones seguidas sin equivocarse, que es mejor que no comparezca más ante la prensa. No la soporto. Su manera de comportarse es un insulto a la ciudadanía, además de un peligro público para la sanidad española.

Propongo desde estas líneas que la mejor forma de proteger y protegernos de Ana Mato mientras no la destituyan es que se meta en el traje de protección nivel 4, el amarillo, y soporte como una jabata los 50 grados que se alcanzan en su interior. Lo ha explicado uno de los enfermeros que atienden a Teresa Romero en su habitación del hospital Carlos III: "Te pones a 50 grados. Entre el calor, la tensión y los nervios, cada vez que me quito el traje peso dos kilos menos. El momento de mayor estrés es cuando alguien del equipo extrae sangre. Tenemos que hacerlo con el traje de protección, con tres guantes palpas la vena, pinchas, sale sangre. Estás en contacto con los fluidos y tienes miedo a pincharte. Estás a 50 grados, sudando dentro del traje, pero necesitas sangre fría para hacer las cosas bien". Y aún tenemos que soportar las palabras del consejero de Sanidad de Madrid tratando de echar mierda sobre el trabajo de los sanitarios que se juegan la vida en su puesto de trabajo. Este señor, que dijo tener la vida resuelta en caso de cese, también debería estar metido en otro traje de protección para que no infectara más de lo que está a la clase política que desgraciadamente nos gobierna.

A veces pienso que Rajoy no es humano. Es una especie de autómata que ni siente ni padece. Y ahí está, aguantando al equipo de ignorantes que rodean a Mato, y arriesgando la vida de los españoles ante una epidemia que no saben gestionar. Lo único que les preocupa es la "crisis de comunicación". Para eso han buscado expertos que sepan transmitir los mensajes. El problema parece que no es el ébola y su inmediato contagio, sino su incapacidad de comunicar a los ciudadanos cierta tranquilidad. Tienen miedo porque se acercan las elecciones, y después del fracaso de la ley Gallardón les viene el ébola al que no han podido vencer ni con toda la parafernalia desplegada por el ministerio de Exteriores con la repatriación del sacerdote infectado en África. Lo que tienen que hacer es escuchar a Médicos Sin Fronteras que saben lo que hacen en África, movilizar al ejército para echar una mano y mandar a Mato a su casa. Periodista