Aunque obviamente no es momento de hacer balance, es verdad que la crisis de Estado de-satada en Cataluña ha pasado ya por algunas metas volantes que han dejado en el camino ganadores y perdedores. En este segundo grupo ya no incluimos a los descalificados por saltarse el reglamento. La justicia dirá. Sin embargo, sí siguen en liza otros protagonistas cuyas figuras han sufrido un importante desgaste, caso de Ada Colau, que para buena parte de crítica y público ha dejado de ser ambigua para convertirse en cómplice, o se han atolondrado con su mensaje. En este último apartado sobresale Pablo Iglesias, a quien le puede su estomacal aversión al PSOE y su rechazo innegociable al PP, haga lo que haga el partido de Rajoy.

Precisamente el presidente mantiene a estas horas el maillot amarillo, pese a que con el torpe despliegue policial del 1-O perdió inicialmente más opciones que Perico Delgado en la crono de Luxemburgo. Sin embargo, ante los ojos de los no independentistas de todo el país, que son muchos, el jefe del Gobierno central ha sabido rehacerse para dejar descolgados y descolocados a los insurrectos. Cosas del destino: el presidente de la España de la corrupción será sin embargo recordado por su determinante aparición en televisión disolviendo el Govern y el Parlament y convocando elecciones.

También en las filas del PP está ganando muchos puntos un gregario de lujo que ya venía lanzado. Se trata del oscense Roberto Bermúdez de Castro, mano derecha de la mano derecha. Es decir, Rajoy no va ni a recados en el caso catalán sin Soraya Sáenz de Santamaría y a su vez esta hace lo propio con su secretario de Estado favorito.

Mientras, entre los socialistas han resultado llamativos el regreso al primer plano de Josep Borrell, un animal político incombustible, y la empatía que ha generado Miquel Iceta más allá de su papel como líder del PSC, ya que a este sí se le vio sinceramente entregado en las negociaciones para evitar la DUI. Ambos le han comido la tostada a un Pedro Sánchez que ya parece dar con la cabeza en el techo. De ahí no se pasa.

Pero si alguien se ha ganado un hueco en la orla de esta etapa de la historia ese es el anónimo compañero del independentista Jordi Sànchez en Soto del Real. Ha sido él quien ha puesto nombre y apellido al sentir de muchos ciudadanos al solicitar un cambio de celda por estar «harto» de lo que ha bautizado como «la matraca soberanista». No se puede decir más claro. H *Periodista