La polémica con la que arrancaron las obras de la calle Don Jaime en Zaragoza empieza a apaciguarse. De entrada, el ayuntamiento ha planteado varias iniciativas para garantizar la accesibilidad a los autobuses públicos (una de las quejas al mantener el mismo nivel calzada y aceras) así como el compromiso de no peatonalizar la zona e instalar baldosas específicas para que las detecten los invidentes y favorecer su seguridad. Unas aclaraciones que despejan la mayor parte de las incógnitas con las que se iniciaron las obras.