E n apenas una semana vamos a poder disfrutar de la presencia de Leonardo Padura. Su estancia incluirá encuentros con sus lectores en Zaragoza, Fuentes de Ebro y María de Huerva, con lo que habrá oportunidad de acercarse a la personalidad y obra de este magnífico e interesantísimo autor, Premio Princesa de Asturias.

Su trabajo viene enriquecido por una última y nueva novela, tan recién salida de las planchas que, de he hecho, se va a presentar aquí. Tiene un título evocador: La transparencia del tiempo (Tusquets).

En sus páginas, Padura nos invita a regresar a esa Habana que en él es tan consustancial cono su propia vocación literaria. Una ciudad real y novelesca a la vez en cuyas turbias aguas sociales y políticas, delictivas y morales se mueve como un pez Mario Conde, ex policía, detective y protagonista de una extraordinaria serie policial. También, en cierta medida, trasunto del propio autor. En especial, cuando Mario Conde (el bueno, el honesto, no confundir con el otro) se enfrenta a dilemas éticos o consideraciones sobre su generación, su país, la libertad y tantos otros asuntos de fondo como enriquecen las novelas de Padura.

Que son, en su rama policial, negras, ciertamente, pues aportan la figura de un investigador y una serie de casos, o de misterios, bien trabados, con enigmas y crímenes, traficantes y ladrones, asesinos y víctimas, pero que, además de resultar canónicas en cuanto al género, aportan una riqueza añadida en forma de contenidos sociales, reivindicaciones políticas, reflexiones, compromisos de un escritor que no se conforma con lo que vive o ve, sino que, en las duras condiciones por las que Cuba ha atravesado en las últimas décadas, se ha esforzado por abrir puertas y ventanas a la libertad. Esa facultad de Padura como novelista total es la que le ha permitido asimismo enfrentarse a grandes figuras de la historia, como Trostsky (en El hombre que amaba a los perros) o Rembrandt (en Herejes).

La transparencia del tiempo, inspirada en el robo de una antigua virgen, y ambientada a medias partes en La Habana actual y en la España de la guera civil, es una de sus mejores novelas. Los lectores van a disfrutar enormemente con la nueva aventura de un Mario Conde más maduro y algo escéptico, pero igualmente lúcido, divertido y comprometido.

El mejor Padura estará con nosotros.