José tenía 6 años y aquella mañana no entendía nada: al entrar en casa, su padre, Jacinto, alcalde de Tauste, estaba apoyado de espaldas a la pared, rodeado de gente armada. Fuera, en la calle, había unas cuantas mujeres, portando piedras en actitud amenazadora. Era el 26 de julio de 1936, los sublevados habían tomado Tauste y su padre, un hombre generoso e idealista, estaba siendo detenido por ser el representante elegido democráticamente del pueblo. En la memoria de aquel niño quedó grabado que su padre le pasaba la mano por la cabeza, mientras él abrazaba sus piernas.

Jacinto tuvo que huir para librarse de ser fusilado (como les ocurrió a muchos de sus familiares y amigos) por los franquistas, combatió después en la zona de Boltaña y Barcelona, terminó en el campo de concentración francés de Saint Cyprien, antes de embarcar rumbo al exilio de Santiago de Chile, donde falleció el 14 de abril de 1940, enfermo y exhausto, pero sobre todo de nostalgia, de pena y de ausencia de los suyos. José echaba mucho de menos a su padre, se pasaba todo el día pensando en él.

Sin embargo, había algo que le ilusionaba un poco y le ayudaba a superar ratos amargos, pero el 14 de abril de 1939, antevíspera del domingo en que iba a tomar la primera comunión e iba a estrenar el trajecito preparado para ese día, entraron un nutrido número de hombres y mujeres en su casa, rompieron todos los enseres que encontraron dentro, pegaron salvajemente a su madre y su abuela, y destrozaron también su ropa de comunión. José, lleno de rabia y de espanto, echó especialmente de menos en esos momentos a su padre, deseó poder abrazarse de nuevo a sus piernas, pero su padre estaba muy lejos, en un campo de concentración extranjero.

HE TENIDO el privilegio de poder leer la correspondencia de Jacinto Longás que su familia ha logrado conservar. En las cartas siempre dice que estaba bien, que no necesitaba nada, aunque la realidad fuese muy otra. A Pilar, su mujer, le dice que "la única alegría que tengo es cuando recibo tus cartas", y a pesar de que la Segunda Guerra Mundial está en plena eclosión, nunca pierde la esperanza de que puedan reunirse todos en Chile y después, cuando "pasen estas circunstancias, regresar juntos a España". Sin embargo, en unos meses tuvo que ser ingresado en un hospital ("un ataque") y perdió 30 kilos de peso.

En ninguna de sus cartas, hay el menor atisbo de odio. Por el contrario, se centra en el amor y la nostalgia. Así, recién estrenado abril de 1940, escribe que "he recibido 8 cartas en un día y las he abierto y veo las firmas de los que más quiero en el mundo, y no sabía por donde empezar a leer, hubiera querido leerlas todas a un tiempo, las tenía todas abiertas y me hacía la ilusión que os tenía a todos a mi lado, es el día más feliz que he pasado desde que salí de cada, porque sabía de todos a la vez".

José, ya de 9 años, dice estar muy contento porque se imagina estar ya con su padre. Su padre le responde: "José, veo lo que dices en tu carta que cuando llegará el día que estaremos juntos, eso mismo me pregunto yo y de lo que dices que te da mucha envidia de ver a todos los niños con sus padres y vosotros siempre solos, a mí se me van los ojos detrás cuando veo un padre con hijos y pienso que yo os tengo a vosotros y no os puedo llevar a mi lado, pero tengo la esperanza de llevaros algún día, así que todo llegará". ¿Qué sensaciones pasarían por la cabeza y el corazón de aquel niño cuando estuviera leyendo aquella carta de su padre?

JACINTO falleció en Santiago un día de abril de 1940, solo, en pleno exilio. Sus restos regresaron a España en el año 2001. El 14 de abril de ese año, se celebró el definitivo reencuentro entre Jacinto y su esposa Pilar, que descansan ya juntos para siempre. Su hijo José falleció en la primavera de 2006. Los tres están juntos.

¿Por qué aún hay alguien que niega a todos los Jacintos de España, así como a sus seres queridos, amigos y compañeros, el reconocimiento jurídico y el homenaje público de su honor, de su dignidad, de su memoria? Todos se los debemos desde la gratitud y la lealtad a los mismos valores democráticos

Profesor de Filosofía