Cuando se habla con grandilocuencia de pactos unánimes de Estado o de complementos económicos y técnicos para los juzgados de violencia machista, olvidamos que el día a día de las mujeres maltratadas puede (y debe) mejorarse con pequeños gestos. Mientras los políticos llenan titulares con sus negociaciones y sus pretendidos avances, en Zaragoza una mujer arrojada al vacío por su ex lleva meses reclamando las pertenencias que quedaron depositadas en la casa donde ocurrieron los hechos. Han pasado tres años, todavía no ha habido juicio y la denunciante ni siquiera ha recuperado sus haberes. Mucho pacto y mucho apoyo a las profesionales, pero la realidad camina alejada de las grandes palabras.