Como cada verano, los medios se lanzan a la búsqueda de la pareja del momento. Los calores que estamos padeciendo en Europa han adelantado el periodo estival y han provocado que también surja, fruto de la canícula, una pareja atractiva y famosa. Angela Merkel y Enmanuel Macron se han convertido en el dúo de moda para los europeos, mientras que la pérfida Theresa May sufre el castigo merecido de su traición y se enfrenta en su propio país a los rigores de los pactos poselectorales y también a los acontecimientos dramáticos que han coincidido en el último mes.

De las cenizas del desengaño amoroso sufrido por el abandono del Reino Unido surge una nueva esperanza, una alentadora oportunidad para renovar los votos entre los más importantes actores de la Unión Europea, Francia y Alemania. Y todos los europeístas nos alegramos, especialmente los españoles aunque figuremos, nunca mejor dicho, de convidados de piedra.

Desde el brexit ya muchos apuntaban que, ante el fracaso de la salida de Gran Bretaña se abría una oportunidad para retomar el rumbo de la Unión Europea y enderezar algunos de los renglones torcidos con los que habíamos emprendido la marcha. Hace unos días leía en el diario digital El Confidencial un artículo en el que el periodista Antonio Martínez fundamentaba en «nueve piezas» el compromiso para el relanzamiento de la UE.

Entre otras iniciativas, apuntaba la creación de un presupuesto específico para la Unión y de un ministro de finanzas europeo. Así lo llevaba Enmanuel Macron en su programa electoral a la presidencia. Angela Merkel, ante la audiencia de la élite empresarial alemana, acaba de lanzar esta iniciativa como globo sonda. Si este rumor se confirma, puede que sea el principio de una larga y estable relación. Pero además, Antonio Martínez, señalaba otros ocho puntos de coincidencia que pueden dar nuevas alas a la Unión Europea, esta vez sin concesiones hacia Gran Bretaña.

Se hablaba de que podrían estar de acuerdo también en realizar reformas y ajustes fiscales que implementen inversiones. En ese sentido, Berlín, que seguiría siendo el mayor donante de la Unión, continuaría imponiendo la vinculación del desbloqueo de fondos de cohesión al cumplimiento del déficit, mientras que Francia plantearía medidas para unificar los diferentes sistemas impositivos en la eurozona.

Otra de las cláusulas para este compromiso, es la lucha contra el terrorismo. Ambos países coinciden en que hay que intensificar la cooperación en materia de seguridad, con un objetivo común, la lucha contra el yihadismo. Todo ello, sin embargo, sin perder los principios que inspiraron la Unión: la democracia y los derechos humanos.

La defensa sería otra de las importantes piezas que darían solidez a este compromiso. Tras la espantada del padrino rico de la Unión Europea, Estados Unidos, que dejaría debilitada la acción de la OTAN; ambos líderes, Macron y Merkel, han manifestado públicamente, --especial énfasis tuvieron las declaraciones de hace unos días de la alemana-- que «deberemos defendernos solos». Francia y Alemania se plantean favorecer la cooperación entre ejércitos de la UE. Precisamente la integración militar europea, que no ha avanzado desde hace décadas ya sea por cuestiones económicas o políticas, puede coger impulso a partir de ahora.

Si las reglas domésticas son importantes en toda relación que se precie, las relaciones externas y el grupo de amigos también debe estar definido. En este caso, la mujer, (Alemania) ha dejado claro que, una vez liberada de su compromiso con las relaciones con el padrino quiere autonomía para relacionarse con otros actores internacionales. En este ámbito, la pareja está de acuerdo en que Europa tiene que intensificar contactos con los países asiáticos con voz y personalidad propia, como con China. Una vez que Trump ha dado por rotas las conversaciones para los Tratados de Libre Comercio tanto con Europa como con Asia, la Unión Europea debe jugar su propio rol.

El brexit, la madre del cordero, es también la oportunidad para que renazca este nuevo compromiso. Aunque no se podría manifestar públicamente, casi que ahora ya no le convendría a Europa perdonar a Gran Bretaña. Macron y Merkel están por una negociación dura, para que sirva de escarmiento a las posibles veleidades de otros países europeos, además de que ellos son los más beneficiados económicamente para rellenar el hueco que deja el Reino Unido.

Ambos también habrían pactado los nombramientos de las principales figuras económicas en Europa, tanto el puesto que dejará Mario Draghi en 2018 al frente del Banco Central Europeo, como el del vicepresidente, que debe sustituirse el año que viene y para cuyo cargo suena Luis de Guindos...

El penúltimo punto del acuerdo sería el referente a los refugiados. Tras las críticas recibidas por Merkel en su propio país, el Gobierno alemán estaría dispuesto a acotar el número de refugiados que llegan a Europa, algo en lo que Macron también estaría de acuerdo (al contrario que Hollande). Una vez fuera Gran Bretaña, sería el momento para estos dos países de volver a acordar un cupo de reparto de refugiados, aunque todavía contarían con las reticencias de países como Polonia o Hungría.

Como noveno y último punto, el periodista apuntaba como clave para el éxito de esta unión, las elecciones en Francia y Alemania. Ambos países, antes de esta unión de intereses, necesitan que sus propios familiares (países) refrenden este amor. Parece ser que los franceses, con las recientes elecciones parlamentarias francesas han bendecido el compromiso. Habrá que esperar a septiembre cuando Alemania celebre las elecciones generales... Otros países europeos nos mantenemos de convidados de piedra ante este enlace. Pero qué esperábamos... a nadie le gusta bailar con la más fea. <b>*Periodista</b>