Los medios digitales luchamos con dureza y ahínco por filtrar cada uno de los comentarios que se almacenan para ser publicados. Es una cuestión de deontología profesional y de respeto hacia los lectores. En la mayoría de las ocasiones, esas opiniones se redactan desde el respeto, la controversia y la colisión de ideologías, por lo que son aceptadas. En otras carecen de educación o patean la gramática con intención o ignorancia, y entonces se procede a su anulación. No se trata de una función censora, sino de una labor de desintoxicación, de pura higiene. Los medios de que se disponen hacen que esa barrera sea más o menos fiable porque el flujo de tráfico resulta casi inabarcable. No siempre se logra y nos sentimos culpables por responsabilidad porque estos forajidos de la red sin nombre ni rostro disponen de herramientas suficientes para emprender la huida sin moverse de la silla.

Es una guerra agotadora, una sucesión de batallas cotidianas que obligan a los periodistas a un enorme gasto de tiempo que deberían emplear en otros asuntos. Pero en el ánimo de conceder voz en un marco democrático a todo el mundo que desee expresarse, mantenemos abierta esta ventana no sin dudas de si por ellas entra más luz enriquecedora que porquería espacial. Mientras continuamos al pie del cañón en favor de quienes conviven y escriben con tolerancia en estos foros, redes sociales tan populares y pobladas como Twitter consienten que la basura fluya por su venas sin el menor control.

Hoy nos hemos desayunado con un vómito que afecta directamente a los aragoneses, a su dolor. Y ahí sigue el tuit, colgado como una gracia para vergüenza propia y ajena, para considerar seriamente si Twitter es un pozo séptico sin fin en el que están encantados de residir sus administradores con tal de sumar usuarios. La mofa sobre la explosión en Pirotecnia Zaragoza y sus terribles consecuencias es un repugnante y mínima partícula en este firmamento interactivo, pero no se puede mirar hacia otro lado porque en la aparente insignificancia de algunas mentes humanas residen el mal en esencia pura. Solo hacen faltan 140 caracteres.

Así que pájaros azules, corten las alas a estos buitres que, por el momento, se alimentan de las mismas vísceras, añadan a su conciencia la culpabilidad. Tengan decencia y limpien su mierda.