Por su dimensión, los momentos de crisis son más críticos para el Real Zaragoza. Y por su dimensión también, en los momentos de bonanza su fuerza colectiva también se dispara. Justamente a eso es a lo que hemos asistido esta semana, a una nueva exhibición de fibra y de nervio social que ningún otro equipo de Segunda División es capaz de poner sobre la mesa. Hasta ayer por la noche el club había vendido 4.100 entradas para el partido de esta mañana contra el Lorca, señal inequívoca de que la ilusión ha regresado a la ciudad gracias a la extraordinaria racha del equipo en esta segunda vuelta.

La Romareda tendrá hoy un aspecto magnífico para arropar a un grupo de jugadores sobre los que no han planeado más que dudas a lo largo de toda la temporada y que a la chita callando han conseguido revertir la situación de manera fantástica, hasta el punto de transformar de manera contundente los objetivos del año en apenas un puñado de días. Olvidada está la pelea por evitar los puestos de descenso. Ahora mismo el Real Zaragoza está centrado en meter la cabeza en los puestos de playoff de ascenso a Primera. Ayer el Granada alimentó esa esperanza incluso más con una derrota en casa frente al Nástic de Tarragona.

Las aficiones no ganan partidos. Pero si el equipo de Natxo es capaz de mantener el nivel de fútbol mostrado en esta etapa de resurrección, el caudal ofensivo que viene generando en las últimas semanas, su alegría, esa fuerza mental para superar cualquier adversidad y el grado de eficiencia para sacar buenos resultados, todo será posible. Y con La Romareda hambrienta y creando esa atmósfera única, aún más. Eso ha conseguido este equipo: un milagro. Reengancharse y reilusionar a lo grande a su gente.