Corren tiempos grises en la política. Pocos dirigentes aportan ideas sensatas, no existe un debate crítico, sereno y franco y la mayoría descalifica al adversario sin más recursos que el insulto y el esperpento. Muchos cargos electos no leen nunca un libro, ni van al cine, ni al teatro, ni visitan exposiciones, ni asisten a conciertos o a espectáculos de danza y, además, lo confiesan sin el menor sonrojo. Así, sus opiniones resultan de una pobreza intelectual tan extrema que avergüenzan a cualquier persona con un mínimo de sensibilidad por la cultura. En algunos casos ni siquiera conocen el significado de las palabras en español, y claro, suelen hacer el ridículo.

Esto ha ocurrido tras unas declaraciones del alcalde de Zaragoza sobre la Academia General Militar. El señor Santisteve dijo esta misma semana que quería una «Academia militar», pero no una «Academia militarista». El alcalde no hizo otra cosa que parafrasear la Constitución. Porque la Constitución española rechaza el militarismo, que no es sino «La preponderancia de los militares, de la política militar y del espíritu militar en una nación». En una democracia, los más antimilitaristas deben ser los militares, porque todos ellos prometen, o juran, defender a su país y a sus conciudadanos, y ponerse -no imponerse- a las órdenes del gobierno elegido en las urnas.

Apenas conozco al alcalde de Zaragoza (nos hemos saludado una sola vez, creo), pero sí a varios militares, y colaboro, siempre que me lo piden, con la Academia General Militar de Zaragoza y con otras entidades del ejército. Mi experiencia me ha enseñado que muchísimos militares españoles de hoy están con la Constitución, cuyos valores asumen. Además, están bien formados, muchos tienen dos carreras universitarias, viajan en misiones de paz por medio mundo, conocen idiomas y saben de lo que hablan.

En mi opinión, el equipo de gobierno del ayuntamiento de Zaragoza tiene limitaciones, pero, en este caso, su alcalde está lleno de razones. Por eso, ante tantos insultos, desenfoques, tergiversaciones y manipulaciones sobre sus palabras, me asalta una duda: ¿Acaso los que de una manera tan irreflexiva y primaria han increpado al señor Santisteve, entre ellos un buen número de periodistas alineados y sectarios, quieren un ejército militarista para España? Porque, en ese caso, o rezuman ignorancia lingüística o deberían saber que andan muy alejados de los principios de la democracia y de la Constitución. A lo peor, y ojalá me equivoque, hasta les gusta.

*Escritor e Historiador