Que el Real Zaragoza haya vuelto a destituir a un entrenador es una pésima noticia, un nuevo golpe en la línea de flotación de la estabilidad deportiva del proyecto, el principal caballo de batalla de la Fundación en estos dos años y unos meses de gestión. Pero la SAD tenía que hacerlo. Luis Milla ya no era una solución, era un problema. Estaba sentenciado desde hace un tiempo, pero en Valladolid puso en evidencia su desconocimiento de la idiosincrasia de este club actual: ese planteamiento ultraconservador era una carga de culpabilidad más a su veredicto ya dictado.

A Milla le ha superado el escenario y ha acabado donde todos los técnicos en los últimos diez años. Nadie sirve. Afirmación para la reflexión. Ahí es donde está el origen de los males no resueltos: el Zaragoza tiene un serio problema estructural de inestabilidad deportiva y los malos resultados están asociados a esa insana costumbre de cambiar de entrenador y de jugadores como de chaqueta. De inestabilidad y últimamente de acierto. Juliá ha fichado a dos entrenadores: Carreras y Milla. No puede volver a fallar. Al que venga habrá que pedirle más rendimiento y carácter que a Luis y al club que tenga calma y confianza en él. Que no sea otra vez lo mismo. Que no quede un día menos para la destitución del sucesor de Milla. H