Con la muerte de Luis García Berlanga desaparece un referente ineludible del cine del siglo XX. De su capacidad de analizar la realidad, junto con Bardem, Mihura y Rafael Azcona --su guionista de cabecera-- nacieron cintas que son reverenciadas por la crítica, que tuvieron una gran acogida popular y que han pasado a formar parte de la memoria sentimental de este país. Su filmografía lo convierte en un clásico absoluto, un maestro en la disección de la sociedad española bajo el franquismo y en los primeros años de la transición. A diferencia de otros cineastas que pusieron el acento en la crónica política o en la estética surrealista, Berlanga se basó en una combinación genial entre el humor negro, el retrato costumbrista y una afilada crítica social, una mezcla explosiva de la tradición sarcástica y el realismo. Dibujó la España negra con los trazos de un alegato contra la muerte y la dictadura, contra la injusticia, contra la hipocresía y el fascismo. Pero siempre con la sonrisa.