La capacidad de supervivencia de un organismo, o de una enfermedad, consiste en su virtud para adaptarse a los cambios. Ante una agresión, el organismo se transforma y muta hasta garantizarse la pervivencia. Es decir, hasta ser capaz de sobrevivir a la agresión. A los partidos políticos les sucede parecido. La crisis económica puso en quiebra las ideologías dominantes. La socialdemocracia, ante la agresión de los mercados, del neoliberalismo más furibundo, intentó adaptarse para sobrevivir, y adoptó soluciones ante los retos que le planteaba la sociedad que no le eran propios. Frente al gasto social, se antepusieron los ajustes.

Y ahí están los partidos socialistas de toda Europa, languideciendo. Aquí, en el 2015, el discurso socialdemócrata y el del PSOE de Javier Lambán fue el de la reconstrucción de los servicios públicos maltrechos por la crisis y las políticas de la derecha. En realidad era un regreso a la ideología primigenia del PSOE. A lo esencial. Ahora que se acercan las elecciones, con encuestas como hoja de ruta (cortoplacismo), de nuevo los socialistas tratan de cambiar, de recentrar su discurso. En esa carrera de adaptación para la supervivencia se deja de lado lo social y se abordan debates sobre los impuestos, propios de otras ideologías. Se pasa de lo esencial a lo accesorio. Se prefiere bajar un impuesto que paga solo el 10%, que aprobar una renta social básica, que permitiría atenuar las desigualdades que la crisis ha generado. Veremos cómo le sale al PSOE esta nueva mutación.

*Periodista / @mvalless