Aparte de otros tres puntos que volaron y que nunca volverán, y van ya 24 de 39 los que se han esfumado, dato terrorífico, la derrota de El Alcoraz dejó dos evidencias palmarias. Una: con ese modelo de juego el Real Zaragoza no irá a ningún sitio, o al menos a ninguno bueno. Dos: Natxo González se enfrenta a la primera crisis deportiva profunda de la temporada con el dedo acusador señalándole por el temeroso planteamiento de Huesca, el paupérrimo balance de puntos a cuestas en 13 jornadas y con la obligación y el reto profesional de reconducirse y volver a encontrar el camino. De momento, la Sociedad Anónima va a tener paciencia con él, toda vez que la impaciencia de otros años condujo hasta donde condujo.

Natxo González llegó al Real Zaragoza con una idea de fútbol muy firme, respetuosa con la configuración de la plantilla, basada en la posesión, el control del balón y la búsqueda de los espacios a través de las incorporaciones de los laterales o la verticalidad de alguno de sus interiores. De acuerdo a esa fórmula ha configurado la mayoría de las alineaciones a lo largo de esta temporada. El método no ha sido mágico ni infalible; el equipo ha ganado, empatado y perdido con él. Pero en determinadas jornadas sí ha sido una vía verosímil por la que ir haciendo camino, con señales creíbles que se extraviaron definitivamente en El Alcoraz y que habían emitido poca luz anteriormente en Sevilla o frente a la Cultural Leonesa tras la radiante reacción de la segunda parte de Oviedo y fechas posteriores.

El lunes Natxo se cambió el paso a sí mismo, seguramente producto del miedo, de un ataque excesivo de entrenador y de una interpretación errónea del partido. Como consecuencia, el Zaragoza se desorientó también. Con la necesidad de sumar puntos a cortísimo plazo, el técnico tiene ante sí un desafío grande. Reencontrarse, insistir en un plan, no cambiarlo con la primera ventolera y hacerlo efectivo. Para ello debería regresar cuanto antes a su idea original, no titubear, reclamar actitud siempre a su plantilla y empezar a premiar el buen rendimiento y dejar de ser condescendiente con el malo, que casos en ambas direcciones hay muy nítidos: Delmás, Buff, Ros, Benito… Nada asegura nada en esta categoría tan pareja, pero al menos sí evitar derrumbamientos como el de Huesca. E importante: saber lo que se quiere.