¡Anda, mira, nos ha brotado un Jaguar en el garaje! Pues qué bien. Podía haber salido rojo, pero, bueno, negro también está bien. Más discreto. Más sobrio. Uy, fíjate… parece que asoma otro coche. ¡Olé! Un Range Rover blanco. Divino para ir a la playa. Pues qué bien, ¿no? Es que ya lo digo yo, para recoger hay que sembrar. Mira que es fácil. Pero la gente no se entera. Y, claro, les salen cucarachas. O babosas. O polvo. Incluso, es increíble, hay algunos que ni siquiera tienen garaje en casa. ¡Qué fuerte!

La gente se lo monta fatal. Es que no tiene espíritu de superación ni se esfuerza ni nada. Además, con lo fácil que es encontrar personas que están deseando echarte una mano. Que si ahora un viajecito para reponer fuerzas, que si una fiesta infantil. Y, bueno, cuando las cosas se tuercen, una indemnización del Congreso de los Diputados, un carguito del partido en la Unión Europea que se desempeña sin salir de Madrid… En fin, detalles. Porque la vida funciona así. Hoy por ti y mañana por mí. Es aquello de la cadena de favores, pero un poco más prosaico. Un poco más de comisiones. Lo normal, vaya. Pero hay quien no quiere entenderlo. Sobre todo, aquellos a los que no les brota un Jaguar en el garaje.

La verdad es que a mí también me cuesta comprender algunas cosas. Como, por ejemplo, que el coletas ese haya ganado en las votaciones de Podemos. ¿Qué le habrán visto? No, la verdad es que no entiendo tanta agresividad…

*Escritora