Hace unos días veíamos que algunos estudiantes de la Comunidad Valenciana --algo que también ha sucedido en otras comunidades autónomas-- iban a clase con mantas. La falta de liquidez del gobierno autonómico dejaba a los centros sin recursos para hacer frente a gastos tan elementales como la calefacción. Esta triste realidad nos dejaba una poderosa metáfora: el sistema educativo público se congela, está muriendo de frío.

Una de las primeras declaraciones de Dolores Serrat, Consejera de Educación, Universidad, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, ante la Comisión de Educación fue que en este ámbito no va a poder haber "de todo, para todos y gratis". Seis palabras para definir con contundencia la acción de su departamento; habrá que limitar los años de escolarización obligatoria, no se podrá acceder en condiciones de igualdad (habrá quien pueda y quien no asumir el coste), y se impondrán nuevas fórmulas como privatizaciones o repago. Perdón, el discurso dominante cae en la demagogia de llamarle copago. Llámenme ilusa pero yo pensaba que teníamos un sistema en el que con la recaudación de impuestos se sufragaba los servicios públicos básicos, con lo que establecer fórmulas de copago es en realidad pagar dos veces.

El fondo de este discurso neoliberal no es exclusivo de Aragón. La necesidad de implantar medidas que frenen la inversión en educación se ha extendido como una mancha de aceite a lo largo y ancho del país. Eliminación de profesores de apoyo, disminución de las becas de comedor, aumento de estudiantes por aula, reducción de la contratación de interinos o la no convocatoria de oposiciones.

También la paralización de infraestructuras educativas o del equipamiento de los centros. Ajustes en los sueldos del profesorado, la no sustitución de las bajas de los docentes, la suspensión de programas de formación permanente. Recortes en las ayudas de transporte, reducción de las clases de refuerzo o directamente su eliminación. Restricción de servicios de limpieza o fotocopias. No encender la calefacción. Incluso limitar la utilización del papel higiénico. Cartilla de racionamiento para ir al baño.

En algunos casos, parece que esta línea de los responsables educativos basada en el recorte no afecta tanto a los centros concertados, que en algunas comunidades hasta han aumentado sus presupuestos. No es casualidad, es ideología. Por eso se hace necesario articular un discurso del descrédito hacia el sistema de enseñanza pública. Ahora los responsables políticos están haciendo acopio de todos los informes PISA que en el mundo se han hecho, y en lugar de avergonzarse por no asumir la responsabilidad de no haber articulado un sistema al margen de partidos, se utilizan los datos para desprestigiar la educación pública. No se está hablando de un pacto por la educación para mejorar el sistema sino de dejarle morir de inanición. Así que cuando digan que urge reformular el sistema educativo para hacerlo más eficiente, ustedes simplemente lean que se trata de una coartada para ir eliminando la educación pública, lo entenderán mucho mejor.

Activista cultural