La corrupción política y empresarial y su primo hermano, el crimen organizado, son hoy fenómenos globales, que por ello deberían ser combatidos desde algún tipo de gobernanza mundial. Pero hoy no voy a eso (ya pueden tranquilizarse los nacionalistas), sino a la curiosa circunstancia de que, siendo este un problema de todos, no en todos los lugares se sufre con idéntica intensidad. Ayer, por ejemplo, el primer ministro de Islandia, Sigmundur Gunnlaugssonn, dimitió sin poder remediarlo tras aparecer su nombre en los infamantes papeles de Panamá.. Al principio, el menda pretendió aferrarse al cargo. Pero el revuelo en su país fue tan intenso que no pudo resistirlo. En cambio, en Argentina, Mauricio Macri, pillado en el mismo pecado, se quedó más ancho que largo y más callado que una caja fuerte. De lo cual se deduce que media mucha distancia entre Escandinavia y América del Sur. En cuanto a los oligarcas rusos y chinos (postcomunistas, pseudocomunistas y en general mafiosos) ni se han inmutado. P'a qué.

En España, nuestro comisario europeo Arias Cañete se ha quitado el muerto de encima como quien se quita una escamita de caspa de la hombrera del traje. A él, plim. El futbolista Messi ha puesto cara de bobo. Los Almodóvar han suspendido la presentación de su última película, mientras Agustín se excusa y a la vez exculpa a su hermano Pedro. La Casa Real no se ha dado por enterada y no ha dado lugar a ningún tipo de solidaridad fraterna, fuese de Juan Carlos hacia Pilar Borbón, o viceversa.

Nuestro ministro de Justicia ha precisado que montar sociedades en el extranjero no es delito. Y algunos portavoces del oficialismo condenan abiertamente esas filtraciones que dan lugar a las correspondientes penas de telediario. Bueno... salvo que dichas filtraciones procedan del propio Ministerio del Interior y tengan por objeto acusar a Podemos de financiación ilegal. Es lo suyo: Venezuela tiene un gobierno impresentable, Maduro ejerce cual caricatura de Chávez (que ya es decir) y ahí los telediarios de TVE deben ser implacables. Tampoco es lo mismo Panamá que Caracas.