Si a usted le ha llegado este artículo cuando ya se ha hecho público el resultado de la elección definitiva del nuevo presidente o presidenta del PP, agréguenle sin más el nombre de la agraciada o agraciado. Porque, sea este el de Sáenz de Santamaría o el de Casado, es muy probable que el antaño poderoso (y único) partido de la derecha española ya nunca volverá a ser lo que fue. No hay retorno. De ahí la atmósfera crepuscular que rodeó ayer los discursos de Rajoy y Cospedal. La genial e inesperada jugada de Sánchez, que ha devuelto la vida al PSOE, es un fenómeno personal e intransferible. Da y dará mucho juego. Y aunque siempre estará sujeto a las humoradas del nacionalismo periférico, especialmente de sus alas más radicales e irracionales, ha despertado una ola de moderado entusiasmo entre las izquierdas. Pasa como en México con la victoria de López Obrador, que por las expectativas de cambio real y en profundidad que genera. «Estoy muy, muy, muy... medio feliz», decía una amiga chiapateca. La frase vale para muchos progresistas en la España posmoción de censura. Y la cosa es que las derechas carecen de alguien capaz de crear en su electorado algo parecido a esa media felicidad.

La división en el campo conservador es algo novedoso y de consecuencias imprevisibles. Ya he dicho que tanto el PP como Cs acabarán por salir del shock y darle la réplica al Gobierno (que de frankenstein, nada; rezuma elegancia, puesta en escena y comunicación). Sin embargo la ruptura de aquella unidad, que durante decenios fue el mejor instrumento de las gentes de orden, perdurará durante mucho tiempo. No solo porque Rivera y los suyos no van a desaparecer sin más, sino porque el PP se ha subdividido a su vez en bandos bastante irreconciliables. Gran parte de los ochenta mil cuadros-militantes que forman sus filas se han revelado además como personas de convicciones muy extremas, más sintonizadas con el populismo de derecha que emerge en EEUU y Europa que del conservadurismo moderado. Eso va a ser lo peor. España, creo, no es tan azul mahón.