Nadie duda que la Exposición Internacional ha sido un éxito para Zaragoza. Pero no hay que pecar de triunfalismos y hay que ser realistas: el BIE tiene razón cuando dice que la repercusión internacional de la muestra no ha sido la deseada y que ha habido menos extranjeros de los previstos. El presidente de Expoagua, Roque Gistau, y su equipo rechazaron ayer estas críticas, pero quizás hay que escuchar balances más equilibrados como el del alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch. Ha faltado fuerza para tener más presencia exterior y el ejemplo último es el más elocuente: la televisión pública nacional no emitió la clausura, algo que sí hizo con otros eventos sucedidos en otros puntos del país en otros años. Y la repercusión en los medios nacionales puede considerarse discreta, y escasa en los del resto del mundo. El legado de la Expo, sobre todo para Zaragoza, es una joya, pero quizás ha faltado rematar una oportunidad histórica. Sin catastrofismos, pero tampoco con triunfalismos desmedidos.