Cierra la empresa que fabricaba las figuras flamencas que durante décadas han sido el souvenir typical spanish. No han resistido los embistes de la crisis, de la competencia china y de los televisores de plasma. Mi viaje de estudios de 8° de EGB fue a Andalucía y me traje de recuerdo una de esas bailaoras flamencas. Era fea, la más fea de todas, también la más barata. Reinó en el salón de mis padres hasta que me independicé y mi madre consiguió deshacerse de ella cediéndola para mi colección de objetos de la memoria. Guardo todo lo que me cuenta algo de lo que soy. A veces también falseo el relato. Trato de reconstruir hechos y algunos se me han perdido así que tengo que fabular trozos del trayecto porque quiero llegar al recuerdo y no sé cómo se va. Me gustaría tener más tiempo por detrás para que me pudieran caber más cosas en lo que he vivido. Hay que mirar hacia delante pero ahora hace mucho frío así que andamos sacando chepa y sin levantar la vista del suelo. Y ellos, que nos ven desde la distancia, aprovechan que la amplitud de miras la tenemos en las baldosas rotas para zarandearnos constantemente con noticias y que no podamos ni pararnos a pensar. Siento que nos meten los mensajes a empujones, como si la actualidad fuera ese tipo que se encarga de presionar a otros para que todos quepan en los vagones del metro de Tokio. Y de esta manera conservamos la información en nuestra cabeza, apiñada. Además, a mí me hicieron tipo loft por dentro, no tengo muros que separen unas cosas de otras y por eso lo mezclo siempre todo. Al año que viene hay elecciones y esto que me pica por todo el cuerpo debe de ser la zozobra. Los pájaros revolotean cuando huelen la tormenta y nosotras ya vivimos con las nubes negras dentro de casa. Las manchas en la piel antes eran erupciones y ahora se llaman corrupciones, es lo malo de tener las tertulias políticas todo el rato encima de ti. "La especie humana no puede soportar tanta realidad", decía T.S. Elliot en sus Cuatro cuartetos. Lo que a nosotros nos pasa se llama obsolescencia programada. No es que seamos escépticos, es que nos han hecho cansados. Somos seres analógicos y nos gastamos. Se trata de cambiar las cosas pero parece que vivimos un tiempo que tiene agotadas todas las teorías. Hay que verlo todo con perspectiva pero yo no tengo. En el instituto era mi padre el que hacía los trabajos de dibujo técnico. Saqué un sobresaliente en perspectiva pero no era mía. Cuando no tienes habilidad lo que se te da bien es inventar. Perspectiva. Los espacios que de niño eran grandes se hacen pequeños cuando tú te haces mayor. Será por eso que esta vida nos aprieta. Suena en bucle la versión que María Rodés ha hecho de "Mi pobre patria" de Franco Battiato: "Esperemos que el mundo vuelva a cotas más normales, que pueda contemplar con calma el cielo/ que no se hable más se hable de dictaduras, quizá tendremos que seguir tirando/ mientras la primavera tarda aún en llegar"?

Comunicadora