Buscando señales que nos indiquen mejor que las palabras, el estado de la cuestión que nos rodea, he encontrado una que, los veteranos en estas guerras, también señalarán con el dedo: muy mal tienen que estar las cosas para que los pueblos se peleen para que el Estado instale en su término un basurero nuclear. En los tiempos heroicos, la palabra nuclear causaba terror.

En Aragón la conocemos de memoria. "¡Nucleares No!" era el grito que aprendían los niños en el colegio. Conmovió a la comarca de Caspe (con el padre del actual alcalde como alcalde), y levantó en ascuas a los vecinos de Chalamera y todo el río Cinca. Ahora resulta que los habitantes de Villar de Cañas, en Cuenca están más felices que los de Grañen: a los de Grañen les tocó una vez el gordo, los de Villar aseguran que les ha tocado la lotería para toda la vida... Increíble. Oye, que yo lo entiendo. El alcalde dice que de todas formas el pueblo ya era un cementerio, así que...

Esa es la señal. Aunque no queramos ser pesimistas, la realidad es muy borde. Pero entre tanta depresión detecto algún gesto alentador: dicen (dicen, dicen) que el Gobierno (popular) va a vigilar el dinero que circula. Hombre, hace meses que se lo expliqué desde esta columna a los amigos sociatas que gobernaban. También les conté que tanta embajada regional era un despilfarro. Vale, pues Rudi va a prescindir de la aragonesa en Bruselas. Buen gesto. ¿Igual resulta que estos peperos se lo toman en serio? Joder, nos van a joder, pero bueno si tapan el boquete...