Ha costado años de inversión y de concienciación, pero la bicicleta ha obtenido por fin en Zaragoza una razonable implatanción como medio de transporte y no solo de recreo. Gracias a la proliferación de carriles bici, la cifra de usuarios habituales (los que montan a diario para sus desplazamientos) se ha multiplicado por siete, hasta superar los 65.000. Ante este realidad, es urgente que Zaragoza cuente con una normativa municipal actualizada que garantice la convivencia de ciclistas, peatones y vehículos a motor. En la ciudad hay sitio para todos, pero con un orden.