Al mismo tiempo que Mario Draghi, presidente del BCE, y Olivier Blanchard, economista jefe del FMI, alababan la recuperación macroeconómica española, lanzaban la misma advertencia."España debe hacer otra reforma que reduzca la alta dualidad del mercado de trabajo" ."Es preciso que el mercado de trabajo español elimine las actuales diferencias entre trabajadores fijos y temporales". Para ellos la alta tasa de paro junto al paro estructural de nuestro país, en torno al 8% ,podrían superarse acabando con la dualidad en el empleo a través del contrato único.

La frialdad de tales sugerencias obviando las enormes desigualdades que la crisis viene produciendo, muestra el enorme distanciamiento de estas instituciones de la vida real. Cuando en las mismas fechas, la asociación estatal de directores y gerentes de servicios sociales presentaban el Informe sobre el estado social de la nación 2015, una radiografía bastante más realista que la jaleada por estos organismos internacionales, de sobras sabedores que el crecimiento del PIB en absoluto supone mejoría de la economía en general.

El informe sugiere una seria de interrogantes. ¿Y si resulta que ya hemos salido de la crisis, y si la situación en la que nos encontramos es debido a que estamos ante un nuevo modelo de sociedad?. Eso supondría que la convivencia, el reparto de la riqueza, la estructura social en que vivimos, es el horizonte para los próximos años, porque según dicen, no es previsible que en las próximas décadas volvamos a vivir crecimientos económicos que permitan recuperar el empleo, los salarios y el bienestar perdidos con la crisis. En esta situación ¿qué proyectos vitales esperan a los mayores de 45 años, parados de larga duración o miles de jóvenes menores de 25 años sin haber entrado al mercado de trabajo? Somos ya una sociedad de extremas desigualdades, donde el 1% más rico tiene el 27% de la riqueza, mientras el 60% más pobre tiene el 15,3%. Además de una tasa de riesgo de pobreza que afecta a 14 millones de personas de las cuales 6,1 están atrapados en situaciones extremas.

Dice el informe que situaciones estructurales, derivadas de decisiones políticas adoptadas antes y durante la crisis, reforma laboral, políticas fiscales y desmontaje del gasto público en protección social, nos han llevado a una sociedad caracterizada por la extensión de la pobreza, precariedad, grandes desigualdades y falta de movilidad social. Este cambio social dibuja ya un nuevo modelo de producción y de reparto de riqueza (la renta del trabajo pierde peso llegando al 45,5% actual frente a las rentas del capital) fruto de la devaluación interna de las condiciones laborales, las rebajas de salarios, la precariedad y la sobreexplotación.

En este baño de realidad participa también la campaña lanzada por Cáritas Madrid en defensa del trabajo digno ,"ya que no se puede consentir que las personas ante una situación de desesperación por la falta de empleo, lleguen a decir, busco trabajo, lo que sea, y que la sociedad permita que se esté ofreciendo trabajos que no sean lo suficientemente dignos".

Conocemos el abuso con los contratos a tiempo parcial, con las horas extra no retribuidas, los alargamientos de jornada a fines de semana, el aumento de la economía sumergida, reducción de salarios con más horas, las prácticas de jóvenes en empresas sin ninguna remuneración... pero todavía puede superarse; el anuncio en prensa aragonesa ofreciendo empleo en la enseñanza privada concertada a través de una cooperativa ,aportando 48.000 euros y avalando un préstamo de 135.000 por persona para cobrar 1.100 al mes por 12 mensualidades, es una muestra de ello.

Cuando Draghi y Blanchard advierten que España "no está curada" por la dualidad del empleo y las altas tasas de paro, es porque esconden una propuesta de reforma basada en el contrato único. ¿Qué significa esta propuesta?: "Reducir el número de contratos basándose en uno permanente con coste de despido creciente hasta un tope máximo, el ámbito de la interpretación judicial en el despido debería reducirse y relajarse los criterios de contratación"; así lo definía el FMI en agosto del 2013.

Pretender que un nuevo contrato pueda ser la solución a los problemas del mercado de trabajo, es tener fe ciega en las normas laborales o una miopía intelectual muy grande. Porque en la práctica es un puro contrato temporal sin control judicial de la decisión del despido, puesto que para ellos no puede haber impugnación al juzgado de lo social, sirve así únicamente para abaratar el despido por la tendencia a equiparar las indemnizaciones de fijos y temporales reduciéndose los primeros.

Las propuestas electorales de Ciudadanos ya recogen esta ocurrencia, no podía ser menos, dado que Luis Garicano, impulsor del programa electoral, ha sido un histórico defensor de esta tipo de contrato a través de FEDEA, fundación impulsada y financiada por el Ibex.