Lo expresó con mucha precisión Natxo González el viernes en la previa del partido de hoy contra el Alcorcón, día y medio después de la noche feliz en Copa y la electricidad corriendo por las gradas de La Romareda. «Estamos como el surfista en la ola, que no quiere que se acabe». Hombre de discurso discreto, moderado y prudente, el entrenador encontró la metáfora justa para definir el estado de ánimo que rodea al Real Zaragoza en estos momentos.

Optimismo, felicidad, euforia contenida, entusiasmo por el presente y esperanza en que el futuro sea diferente a lo que fue el pasado. A este punto se ha llegado como consecuencia de un crecimiento sostenido. Por la buena segunda parte contra el Granada en la Liga, la victoria en Córdoba, la goleada copera y, sobre todo, lo que se aprecia y se intuye: buenas sensaciones, varios futbolistas importantes, un equipo armado y un goleador de altos vuelos.

Todo va bien. El equipo camina seguro y la satisfacción con Natxo es completa. Vendrán mal dadas. Cuando lleguen, ojalá más tarde que pronto, será cuando el Zaragoza se pondrá a prueba y tendrá que marcar la diferencia con respecto a otras campañas, protegiendo con convencimiento lo que hoy es sencillo respaldar. Que las primeras olas peligrosas no se lleven todo por delante.