Hace unos días hablaba con un amigo de cómo estaba el panorama en este país, y él ante mi desesperación trataba de consolarme arguyendo que «peor estábamos con el franquismo». «Solo que entonces los informativos eran el NODO, y los españoles no nos enterábamos de nada. Y ahora —afortunadamente— las noticias vuelan y la corrupción desborda nuestra capacidad de resistencia», contesté.

No me gusta nada en lo que han convertido España los señores y señoras que mandan ahora y los que mandaron antes: en aquellos años no muy lejanos en los que todo iba bien. ¿Se acuerdan? Era el reino del ladrillo, adjudicar obras sin parar, con las mordidas correspondientes, para verlas ahora vacías, abandonadas, como memoria del despilfarro público. Ahí están esas depuradoras mandadas construir en pueblos aragoneses casi sin habitantes (¿para qué?) bajo el mandato del presidente Marcelino Iglesias y del simpático consejero Boné. Hoy imágenes secas, rotas, porque nunca funcionaron ni falta que hacía. Ese es el tema: parece que en esos años había mucho dinero acumulado, y había que sacar tajada y «elevar nuestra autoestima», decían entonces desde el poder cercano. España entera se empezó a corromper y las redes mafiosas se multiplicaron en la geografía: Púnica, Taula, los ERE, la contabilidad del PP, caso Auditorio, Gürtel, el 3%, Nóos, Bankia, caso Palau, el señor de Murcia, y una lista sin fin que cada nuevo día asoma a los informativos para dar estopa al ánimo de los cansados españoles.

Y en medio de este carnaval de sinvergüenzas, ladrones y personal amnésico que no recuerdan nada, vuelve la España de los valores eternos: Orden, patria y amén. Trilogía perfecta a la que se agarran los corruptos que están pendientes de juicios o que regresan a sus paraísos fiscales y/o residenciales tan frescos, riéndose entre dientes del resto del pueblo español.

Mientras tanto, y como siempre, la Iglesia no tolera una sola mascarada irreverente en el Carnaval de Cádiz, pero sí deja pasar y calla el encubrimiento del padre Román, ese cura pedófilo que miente cuando respira. Total, su asquerosa conducta con los niños ha prescrito con los años. Absolución es la niebla que tapa toda la capa de mierda que han pisado, pisan y pisarán mientras vivan. A veces pienso que sale gratis total delinquir en este país, siempre que se vaya de persona de orden, patriotas de Eurovisión o mundial de fútbol, «español muy español» y de amén a todo lo que conviene para consolidar el sistema (su sistema). Aunque está claro que no sale barato a la gente normal y corriente que no tiene padrinos, como al joven rapero que le han caído tres años de cárcel, o como a los que como usted querido lector tenemos que cumplir con el fisco cada año para sostener los hospitales, las autopistas, los colegios públicos, los concertados y las iglesias, aunque no pongamos la x en la casilla correspondiente. Amén.

*Periodista y escritora