Que el proyecto de integración europea no pasa por uno de sus mejores momentos, merced a la crisis de la deuda soberana en determinados de sus países miembros, que puede provocar la crisis del euro, parece claro. Como también que hace falta inyectarle nuevos bríos, para que no se paralice. Algunas reflexiones muy interesantes para que la Unión Europea prosiga con fuerza hacia el futuro, fueron emitidas en el discurso pronunciado desde su silla de ruedas por el anciano excanciller alemán, Helmut Schmidt, bajo el título de "Alemania en y con Europa" ante el Congreso Federal Ordinario del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), en diciembre pasado.

Recurriendo a la historia, afirmó que ha sido una constante europea la lucha entre la periferia y el centro, y viceversa, siendo el centro una y otra vez el campo de batalla decisivo. Cabe recordar la llegada desde la periferia fuerte al centro por parte de los franceses bajo el reinado de Luis XIV y de Napoleón. O los rusos con Stalin Y a la inversa, el centro fuerte ataca la periferia con Bismarck o Hitler. Esa historia ha dejado una memoria indeleble "ya que los alemanes hemos hecho sufrir a otros bajo nuestra posición de poder central". Memoria, que, seguramente, mantendrá aun por muchas generaciones una desconfianza latente contra los alemanes. Esa desconfianza fue, precisamente, el impulso fundamental de la integración europea, y alimentó también, "las resistencias iniciales de Thatcher, Mitterrand y Andreotti hacia la reunificación alemana en 1989"

Nos advirtió también que si Europa pretende mantener su influencia en el futuro debe ser bajo la solidaridad y la integración. Sin ellas no hay Europa, y así el mundo quedará reducido a la relación bipolar de Estados Unidos y China. Si la Unión Europea no alcanza en las próximas décadas una capacidad de acción conjunta, se producirá una automarginación de cada uno de los Estados europeos y de la civilización europea. Y así es muy factible un resurgimiento de las pugnas nacionalistas por la competencia y el prestigio entre los Estados que conforman Europa. En tal caso, apenas podría desarrollarse la integración de Alemania. El antiguo juego entre el centro y la periferia podría repetirse.

Parafraseando a Jürgen Habermas el viejo canciller afirmó que los políticos han sido tomados como rehenes por los mercados financieros. Los bancos fueron salvados con dinero público pero desde 2010 vuelven a las andadas, añadió. Su propuesta en ese frente: separación de los bancos normales y de inversión, y prohibición de diversos papeles y negocios financieros. Los bancos se han resistido por todos los medios a la regulación, pero si los europeos tienen el valor de realizarla, Europa se convertirá en una zona de estabilidad.

En una advertencia contundente a Merkel, que parece solo pensar en las elecciones del 2013, le indicó que en economía, los superávits comerciales de Alemania, semejantes por su tamaño a los de China, son inseparables del déficit de los demás, y que las exigencias de austeridad formuladas por su gobierno, han generado, "una preocupación creciente ante un dominio alemán". "No podemos propagar una extrema deflación, porque sin crecimiento ningún Estado podrá sanear sus cuentas". Es necesario ser solidarios para con nuestros vecinos y socios, recordando que el ascenso alemán desde la posguerra hasta hoy, no habría sido posible sin la ayuda de las potencias vencedoras, "sin nuestra integración en Europa y en la alianza atlántica, sin la ayuda de nuestros vecinos, y sin el fin de las dictaduras comunistas". "Nosotros alemanes tenemos muchas razones para agradecer, y al mismo tiempo tenemos el deber de responder a la solidaridad recibida con nuestra propia solidaridad hacia los vecinos". "Esa solidaridad", añadió, "fue evidente desde Adenauer hasta Schröder, y debe continuar hoy".

"Si los alemanes nos servimos de nuestra fuerza económica para ejercer un papel dirigente en Europa, la mayoría de nuestros vecinos se levantará en defensa. Retornará la prevención de la periferia hacia un centro demasiado fuerte, y las consecuencias serán fatales para la UE y Alemania quedará de nuevo aislada. No se puede ejercer un papel de matón por Europa. Quien ahora da a entender que hoy y en el futuro se hablará alemán en Europa, quien, como un ministro de exteriores, dice que las visitas a Kabul o a Trípoli, escenificadas para la televisión, son más importantes que el contacto político con Lisboa, Madrid, Dublín o Helsinki, no es más que espíritu nacional de matón alemán". Y siguió: "El orden económico alemán, no debe presentarse como modelo acrítico, sino como mero ejemplo de una posibilidad entre otras", ya que tal como señala Sarah Marsh, "el crecimiento del empleo en Alemania se ha debido al aumento de bajos sueldos y a las agencias de trabajo temporal, impulsados por la desregulación y los contratos de bajos ingresos, subvencionados por el Estado, llamados mini-jobs". El número de "trabajadores pobres" ha crecido más rápido en Alemania que en el resto de países con la moneda común".

En definitiva, todas estas palabras del veterano y prestigioso estadista, cargadas de sabiduría y de sentido común, transmiten un mensaje de esperanza en el proyecto europeo, que deberían ser tenidas en cuenta por todos aquellos políticos que crean todavía en que otra Europa es posible.

Profesor de Instituto